Josu Landa
Misterios menores
Mis amigos no entienden
que lo mío
está al final del viaje
Que si por lo evidente de la trama es
no
porque
si no
nadie se había atrevido
a caminar hasta Eleusis
por el simple gusto
de embriagarse con Perséfone
Que el amor
con hambre es como dura
si no
pregúntenmelo a mí
que reparto millones de máscaras
a mis vecinos
abandonados del amor
sus rostros
Que el quinto infierno
es nuestra verdadera patria
Que soy asiduo a los dragones
y todavía no puedo vivir
así como así
hablaba Zaratustra
todo un tipo
que en su vida supo
lo que era un whiskey
(El líquido
cefalorraquídeo me explota
Hay una miss
en cada encrucijada)
Que mi mundo
no es de este reino
(No
mi amor
yo de Miami
nada)
Que es mala leche
el dólar a diecinueve
y no me bajo de esta nube
y no tengo boca
para hablar como los gringos
Que sí
queridos
que pase lo que pase
no va a pasar nada
No entienden
mis amigos
que en el próximo puerto
ganaré la inocencia
De
Bajos fondos (1988)
Abril en Cipango
Lo demás es palabra
Palabra que palpita
en esa cumbre
en aquella brizna
en la vana música del gorrión
y en la techumbre donde posa
palabra que me llama y me asiste
en el renglón de este trazo pasajero
No importa cuán lejos esté el mar
porque está aquí la palabra mar y su sirena
Tu nombre me atrapa con su malla
sortilegio sonoroso
que me asalta desde las vírgenes fauces
de algún numen oculto
en la inocencia de esta fronda
esta galaxia fresca
presta a la caricia de mi mano
(¿Y si de pronto
brota el dios de esta guija
de esta fuente?)
Nada quita
el silencio de un recuerdo
el silencio aún mayor y seco del papel
donde leo estos racimos
amasijo de pétalos
anunciando la inminente palabra-rubí
palabra-joya: Cerezo
Me queda el jardín de Kenrokuen
me queda la luz y la palabra
De Viaje
a Cipango (1990)
La geisha y el dragón
Porque la distancia no existe
(y si existe no significa nada)
estoy ahora en tu alcoba
mónada en la espesura de Asakusa
Tokio abandonada al farol y la tiniebla
No voy a decirte cómo
pero debemos creer en los dragones
y si no es el dios saurio
lo que se traga tantos kilómetros
es porque el animal está en mí
dicho (y hecho) por las fauces de fuego
y la ausencia de alas (en el tronco)
y sin embargo se mueve
sí
porque estoy ahí
aquí
contigo
y se me parte el cardiograma
y me concedes (antediluviana) tu mano
tu arte de bordar el cielo y la delicia
con la seda transparente de tus dedos
mariposas
y tus labios floreciendo en las maneras de tu cuerpo
gozan de mí y en mí
hasta brotar los destellos del clímax
Sé que tú también vives este júbilo extraño
tú y tu piel
sabia en advertir el grano de arroz
bajo el muelle océano de plumas
De Viaje
a Cipango (1990)
Seppuku
En el último instante
brilla exacta la cifra del designio
No tengo cuerpo
Haga del ala bruñida de mi sable el relámpago
mi cuerpo
fugaz torrente de rayo
brote de secretas azaleas
mi cuerpo
sangriento fluir de caracolas
mi cuerpo
seda y hoja vertidas en la entraña
rugido postrero en las puertas del reino
mi cuerpo
deslizándose áspid en el epigrama:
La primavera derrite la nieve sin vulnerar
la roca
Ya viene la brisa de mi hermosos acero
Hoy cabalgaré libre por el Valle de
los Encantos
No tengo amigos
ahora que me abandono al puñal
y brota la ofrenda de mi yugular
abierta la muralla invisible del cielo
clavados mis ojos en los parajes del Este
De
Viaje a Cipango (1990)
Oración con motivo de Nagasaki
Apiádate de mí
tiempo loco
y concédeme tan sólo el don del instante
siempre tan solo
el gong de un destello en el cerebro
para olvidar
que aquí hubo una vez esquirlas
que un sol fantasma sembró
miríadas de jinetes diminutos
del apocalipsis (ahora) investidos
de fieras sedientas de sangre cerval
temblorosa como corazón que acude al sacrificio
De
Viaje a Cipango (1990)
Camino de perfección
Centenares de centenas de kilómetros
por ahora
es lo que cabe en una hora de bala
El tren que así se llama
quiere doblegar las dos barreras
No será el murmullo del arrozal
lo que se oponga
Y la luz indiferente
que baja del Fuji
tampoco podrá ser óbice
Un astro anda suelto
por los valles de Cipango
y me pone en cosa de segundos
en la estación donde me esperas
De Viaje a Cipango (1990)
Cuando crece el corazón
Hay un corazón en un tronco del bosque.
Al principio casi no se veía.
Ahora, se está derramando.
De Los tankas de Arropain (1991)
A propósito de la hojarasca
Aunque caigan al río,
estas hojas secas no se hunden.
Aunque el agua esté inquieta,
suelen seguir hacia adelante.
De
Los tankas de Arropain (1991)
El otoño en casa de mi abuelo
Como siempre,
las nueces han empezado a caer
hasta invadir la tierra.
Ahí vienen las frías nubes
y el invierno al corazón.
De Los tankas de Arropain (1991)
Anunciación
Un día de éstos,
ambos,
el camino y yo
nos perderemos.
Estaremos felices
en el fondo del abismo.
De Los tankas de Arropain (1991)
Josu Landa (Caracas, Venezuela, 1953). Poeta, narrador, ensayista y filósofo. Actualmente se desempeña como maestro en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Su trabajo filosófico gira en torno al estudio de la ética tomando como punto de partida las escuelas helenísticas y la doctrina platónica. Entre sus obras más destacadas se encuentran Más allá de la palabra (UNAM, México, 1997),Poética (FCE, 2002), Viaje a Cipango (Fondo Editorial del Caribe, Venezuela, 1990), Los tankas de Arropain (Lida, Bilbao, 1991), La luz en el vano: antología poética (UNAM, México, 1996), Treno a la Mujer que se fue con el tiempo (Arlequín, Guadalajara, 1996), por el cual recibió el Premio Carlos Pellicer, y Mundo Neverí (Monosílabo, México, 2019). También es autor de la primera novela endógena del exilio vasco, Zarandona (Centro Vasco de México, 1999), y de las traducciones al euskera de Piedra de Sol y Muerte sin fin.