Versiones de una calle llamada Cuautla

Samuel Rivero

Ilustración: Nadia Casullo

Entonces sabes que tu cuerpo
es parte de un cuerpo eternamente vivo.
Manuel Ulacia
Para Cedric Castañeda, por todo.

Cuautla 20

Ya no estás,

el camino,

la ausencia.

La toma que se abre

una noche de sábado,

una estación de metrobús

la música que sale de tus audífonos.

El camino,

acompáñame hasta la última estación,

para que cierre una noche,

un fuego que continúa.

El camino,

en el que te sabes acompañado,

en el que quieres que cada paso,

de una estación a otra,

sea eterno.

El camino,

en el que sabemos

lo hicimos bien, ¿no?

Es el último:

se cierra la estación,

salimos,

lo hicimos bien, ¿no?

Me abres la puerta,

la cierras,

nos despedimos.

2

Cuautla 20

Cada uno de los días que se van sumando.

Cada día, a fin de cuentas,

va armando un puente que separa.

Cada día nos separamos,

más y más.

La adaptación al cambio:

no he terminado de leerte.

De dar lectura a tus últimos pasos.

Antes de irte

compraste una bicicleta,

algo para poder desplazarte.

Cada que me detengo en un paso peatonal

creo ver a un ciclista que se te parece.

Pronuncio en alto

¿sigues aquí?,

y por un momento

creo que al voltear

veré tu rostro.

Poder verte.

3

Cuautla 20 (en realidad, en una casa que dice hallarse en la calle de la Melancolía)

Con agradecimiento a Lucía Pi

Hay un cuadro que ya no puede

sostener su propia obra:

todo acto,

la claridad de un trazo

y la pluma del hombre

que esbozó

a lápiz,

pende fuera de su propósito.

La habitación vacía.

Vuelvo la mirada al pasillo,

al balcón que nos sostuvo

y nos deshizo.

Por ser:

quedarme en el pasado

para poder ser,

de nuevo,

una conjunción.

Me descubro

detenido

dentro de la casa vacía,

dilucidando

si es bueno

tomar el camino de noche.

4

Cuautla 20 (en realidad, Insurgentes Sur a la altura de Cuautla 20)

Paso por enfrente,

olvido que sólo buscaba verte,

que el ciclista que va delante de mí

voltee.

Reconozco la mirada,

la marca de un músculo

en ambas pantorrillas.

La curva comienza a pronunciarse,

a ser un arco en que velocidad

y movimiento

sólo permiten que saque la cara

y el aire me golpee de lleno.

Paso por enfrente,

olvido la letra de la canción,

cada palabra que cantaste esa noche,

las siguientes,

las que nunca fueron.

Una y mil veces

tratando de cantar.

Pasé por enfrente,

olvidé voltear.

Pensé que el olvido

tardaría en llegar.

Samuel Rivero (Ciudad de México, 1992). Licenciado en Escritura Creativa y Literatura por la UCSJ. Tercer lugar en el Certamen Internacional de Poesía Ayotzinapa a tres años. Poesía, verdad y justicia. Aparece en la antología Químicas Sanguíneas (EBL/UCSJ 2016) y en Erradumbre con el ensayo Es cosa de detenernos y entrar al mundo por una grieta pequeñísima o de las tonalidades de un verde y su poética del ir y venir (Mantis editores 2021). Pertenece a la Colectiva Hipálage.