
Cada año, durante el invierno, las ballenas migran del gélido Mar de Bering hacia las cálidas costas del Pacífico mexicano. Vienen a parir y alimentarse, a jugar el juego de la vida. Del mismo modo, cada año nos llega a México, la poesía migratoria de Jean Portante, su lengua ballena que viaja desde Europa para crear y alimentarse de nuevos motivos.
El viaje de Portante es largo, incansable, ha encontrado en nuestra América, un refugio, al que asiste cada año, casi instintivamente. La literatura del poeta-cetáceo es universal, no conoce las fronteras, sale del agua para elevarse sobre los muros, se sumerge para superar los límites del lenguaje. No se ha conformado con el luxemburgués, italiano, francés, alemán, inglés ni español. Se ha tenido que reinventar, ha fabricado su propia lengua (misión de todo gran escritor). El autor de La reinvención de la sombra es un trotamundos, su motor es su pulmón ballena, ese pulmón que preserva de la vida terrestre, de su lengua natal y que es posibilidad para la palabra que trabaja en otras latitudes. Así logra sus cambios de ritmos según las corrientes, y en mar abierto, va libre, debajo del cielo estrellado.
Este prodigioso poeta de Luxemburgo (lugar de nacimiento sólo por azar), se muestra en el horizonte como un mago de las palabras. En La tristeza cósmica, su último libro publicado en español, muestra una extraña nostalgia, cierta oscuridad que de pronto se ilumina con bellísimas imágenes poéticas, que en la soledad nos hacen sentir acompañados. En esos poemas, está presente el cielo y la tierra, la lluvia y los ríos, los astros y el mar. El norte y el sur, dos polos, pero que ya no se encuentran separados. Los ríos se han desbordado, el agua cubre la tierra y en ella se refleja la luna y las estrellas, se forma un nuevo reino, una nueva Atlántida. Esto es lo que todos los lectores de Campos de Plumas podrán encontrar en la selección que Jean Portante ha preparado para el presente número. Un viaje enigmático, como lo es la palabra misma.
No podemos sino sentir un enorme placer por contar con la colaboración de este extraordinario escritor, que llegó a América por amor, y regresa cada año por su amistad con la tierra. El propio Portante ha dicho en diversas ocasiones que su sentimiento es el del nómada, de aquel que no pertenece a ninguna parte. Acaso sólo pertenezca a la poesía misma.
Golondrina
Luciérnagas
Patinadores (con Breughel)
Clavos (con Van Gogh)
Peces muertos
22/08/16/ Caída (con Breughel)