
Anatoly Marienhof, figura central del imaginismo junto a Serguéi Yesenin, y más recordado por sus memorias de los años 20, escribió la novela Cínicos con la conciencia crítica de un hombre que percibe, a la distancia, un enrarecimiento de la vida —amorosa, social, económica— tan necesario como inesperado. Los inicios de la revolución rusa, la esperanza juvenil de un nuevo grupo empoderado, la extrañeza de las relaciones familiares en su atmósfera… Hacia allá ha apuntado este primer capítulo de la novela (inédita aún en español) y que el lector podrá encontrar, sin duda, como muestra de la gran corriente que el autor enarboló en su poética. Metáforas y asociaciones donde, tras aparecer distorsionada, nuestra realidad se muestra todavía más real, secuencias donde lo convencional se va tornando oblicuo, hasta que no se sabe si se está hablando de moscas o ángeles… todo aparece bien plasmado en el capítulo.
Quizá fue el cine, cerca de nacer como lo conocemos hoy, lo que dejó en él ese afán de renovar el modo en que se afirma el movimiento en el poema. Y con espíritu muy semejante, Claudia Piccino nuevamente nos da el gusto de mostrarla a las audiencias hispanoparlantes, concibiendo, por ejemplo “Cortometrajes de otros lugares / proyectados en mi cielo raso, / como en el cine mudo”, para terminar sintiendo cómo “un íntimo deambular / transforma en polen mis pensamientos”. Pero no es la única italiana que hoy nos acompaña: en la sección de traducción también Elsa Morante hace su aparición con un pequeño comentario sobre aquella amable peculiaridad que ha distinguido a los demás animales del hombre: el nunca haber probado, en el paraíso, el fruto de la ciencia sobre el bien y el mal. Tras ellos, el gran árbol que lo da no extiende su terrible sombra como sí en nosotros, lo que, a dicho de la autora, los convierte en la mejor prueba de una amistad del mundo para con nosotros.
Que el lector se abra al mensaje de estos pensadores literarios hecho a la distancia (incluso ya de un siglo, en Cínicos) y sepa él mismo responder la próxima ocasión que busque un cielo abierto en el encierro.