Cínicos

Anatoly Marienhof

Arte: Mariana González

Poeta, novelista, dramaturgo y teórico del arte, Anatoliy Marienhof es una figura muy representativa de la literatura y el ambiente artístico intelectual de su época, quien desafortunadamente suele pasar desapercibido. Por un lado, por quedarse a la sombra de su colega y amigo cercano Serguye Yesenin quien encabezaba el movimiento poético llamado imaginismo y fuera uno de los personajes más peculiares y reconocidos de la “edad de plata” de la cultura rusa. Por otro lado, por las intrigas e investigaciones causadas tras el fallecimiento de Yesenin (oficialmente reconocido como suicidio), y la publicación de unas memorias donde Marienhof representaba las cualidades de su amigo de una forma distinta a la imagen oficial que se había hecho de Yesenin, causando con ello polémica y disgusto. Después de esto, sus trabajos poéticos y dramatúrgicos no se aceptaban para ser publicados o interpretados en el escenario. En los años 1950-s Marienhof empezó a trabajar en las memorias autobiográficas tituló Mi siglo, mi juventud, mis amigos y amigas, publicadas con las correcciones de censura en 1962, y en la versión original del autor hasta 1988. El mismo destino le esperaba a la novela Cínicos. Escrita en los años 1920-s y editada por primera vez en Berlín en 1928 por la editorial Petropolis de migrantes soviéticos, no sería publicada en la Unión Soviética sino hasta después de la muerte de su autor en 1988. Cínicos narra la historia de una pareja y sus familia atravesada por los eventos y cambios revolucionarios. Las problemáticas familiares e intrigas amorosas de la pareja se entrelazan con la crisis posterior a la Revolución Rusa y la Primera Guerra Mundial. Los diálogos y monólogos de los personajes están intervenidos por los fragmentos de diferentes fuentes periodísticas de la época. Joseph Brodsky nombró esta novela como “una de las obras más innovadoras en la literatura rusa del siglo XX”. En 1991 la novela fue adaptada al cine. Vale la pena mencionar que fue traducida al inglés, alemán y holandés (al parecer, únicamente fragmentos), pero hasta la fecha había permanecido inédita en español.

(Primer capítulo)

“¿Por qué se declara culpable aquel historiador,
que sigue hasta los detalles más minuciosos
del relato que está bajo su dominio?
No es su culpa si los personajes,
seducidos por las pasiones, que él
no comparte, caen en cometer acciones
profundamente inmorales”.
Stendhal

“Es usted muy observadora, Glafira Vasilievna.
Todo esto es cierto, ¿pero no fue usted quien decía que
complacer los gustos de todos es “mutilarse a sí mismo”?
Estará usted de acuerdo, es un sacrificio
que implica cierto grado de heroísmo”.

Leskov

* 1918 *

1[1]

—Qué bueno que usted trajo flores. Todos los hombres corren jadeando con la lengua de fuera por la calle Sukharevka[2] buscando bultos de harina y mijo. Hasta a sus amantes les traen arrastrando esos bultos. Y, como cadáveres, los guardan debajo de sus camas de abedul.

Ella colocó los ásteres en un florero. Un florero plateado y alto en forma de un brazo femenino con la mano mutilada.

Del otro lado de la ventana pasó un camión de carga. Los soldados concentrados transportaban allí a unas personas como si fueran viejos y desgastados muebles de la casa de campo.

—Sabe qué, Olga… —rocé sus dedos— Después de nuestro golpe “socialista” llegué a una conclusión: el pueblo ruso aún no ha perdido por completo el sentido del humor.

Olga se acercó a un espejo en un marco dorado con ornamentos.

—Vladimir, ¿cree usted —miró al espejo— que algún día será imposible conseguir bilé francés en Moscú?

Agarró un lápiz dorado de Guerlain de su tocador.

—Entonces, ¿cómo podremos vivir así?

2

Tras 14 días de huelga, el consejo de los obreros de la fábrica de cartuchos y municiones de Tula sentenció:

“…salir a trabajar después del primer llamado, dado que la huelga pudo haber sido declarada únicamente como un delirio temporal causado por el omnipresente estado de disturbio económico”.

3

Los checoslovacos tomaron Samara.

4

Entierro de Volodarsky[3] en Petersburgo. Más de 200 mil personas acompañaron la procesión bajo el aguacero.

5

La Cheká[4] registró detenidamente las cafeterías del señor Lefenberg, ciudadano francés, y del eslovaco Zumburgo, en Stoleshnikov 8 y Stoleshnikov 6, respectivamente. Fueron encontrados pasteles y alrededor de 30 libras de miel.

6

Armado con un trapo tan viejo como Homero, yo estaba parado sobre una escalera portátil tragando, en puro éxtasis, el polvo del librero.

Abajo Olga estaba quitando lentamente sus guantes color patas de rata.

—No, Olga, ¡usted no puede exigirme esto!

Ella seguía arrastrando la segunda capa de piel de su mano izquierda.

—¿Quiere que yo comparta con la criada este incomparable placer? ¿Quiere que le dé permiso de desempolvar mis libros cada semana? ¿De veras?…

—Por supuesto.

—¡De ninguna manera! Sin hacerlo ya gana demasiado…

—¡Marfusha!

Temblando de ansiedad, casi pierdo el equilibrio. Para no caerme, me veo obligado a soltar el trapo tan viejo como Homero y agarrarme del armario. El trapo flota en el aire por unos segundos hasta caer sobre el sombrero de Olga cubierto por unas plumas perladas de gaviota. ¡Qué horror! ¡La antigua reliquia le tapa la cara cual velo negro!

Atragantándose de polvo, Olga toce y estornuda.

Desde mi cielo susurro disculpas. Es un fracaso. Desde el piso escucho:

—¡Marfusha! —Entra una muchacha tan grande y amplia como una cubeta de cobre donde mi madre solía cocer mermelada. —Sea usted tan amable, Marfusha, encárguese de desempolvar esos libros, por favor. Esta tarea le quita tres horas de su tiempo a Vladimir Vasilievich; a usted le va a quitar veinte minutos como mucho.

Se me contrae el corazón.

—Bájese, Vladimir. Vamos a dar un paseo.

Bajo.

—Su rostro está tatuado de polvo —Mi rostro de verdad estaba «tatuado de polvo» —. Tiene que bañarse. ¿Hay agua corriente en su edificio?

De otro modo, conté sesenta y cuatro escalones en vano.

—Hace una hora había. Pero sabrá usted, Olga, que lo más placentero de una revolución son sus inesperadas sorpresas.

7


Estamos caminando sobre el bulevar Strastnoy. Los arces parecen unas antiguas expertas de moda con sus anchos sombreros de paja y listones rojos, anaranjados y amarillos. 

Olga me toma del brazo.

—Mis ancestros huyeron al extranjero. Ayer recibí una carta de mi queridísimo señor padre con la indicación de «vigilar el departamento». Para esto me recomienda casarme con un hombre bolchevique, y dice que allí veremos.

Sobre el cielo están regadas almohaditas en fundas blancas. De algunas sale pelusa. Olga tiene una cara lisa y blanca, como si fuera una carta de calidad superior sacada de una nueva baraja inglesa. Su boca parece un as de corazones.

—Quiero un helado.

Le digo que el Consejo de Moscú emitió un decreto que prohíbe completamente «la venta y producción» de los víveres que tanto le gustan.

Olga encoge los hombros:

—Qué revolución tan rara. —Y comenta, tristemente: —Creí que lo primero que iban a hacer era colocar una guillotina en Lobnoye Mesto.[5]

De las cabezas redondas de tilos van cayendo pelos amarrillos.

En vez de esto nuestro convento, o como sea que se llame, prohíbe la venta de helados.

Un arcoíris atraviesa la ciudad, como unos alegres tirantes de colores arquean los hombros. El viento silba una conocida melodía de una opereta vienesa. Los gorriones hablan tonterías. 

8

En Kazán fue revelado un complot contrarrevolucionario. Empezaron registros y arrestos. Los oficiales involucrados huyeron a Rayvskaya Pustin.[6] El Comité Central de Kazán mandó allá una comisión protegida por cuatro soldados de la Guardia Roja. Sin embargo, los monjes quemaron en la fogata a toda la comisión junto con sus guardianes.

Dicen que los quemaron siguiendo un antiguo ritual ruso: primero los amarraron con un cáñamo, luego los tiraron al río y cuando ya no veían burbujas sobre la superficie, los levantaron y “secaron en las fogatas”.

Una historia muy al estilo de Olga.

9

—Vine a despedirme, Olga.

—¿Despedirte? No me asustes, Goga.

Y Olga frunce la ceja sobre su ojo sonriente.

—¿A dónde vas?

—A Don.

—Al ejército del general Alekseev.

Olga mira a su hermano casi con devoción.

—Goga, pero tú…

De la nada levanta sus piernas y empieza a sacudirlas como un perro sacude su cola. Goga es un muchacho lindo y guapo. Tiene 19 años. Sus labios color rosa parecen siempre mostrar la ofensa, su cabeza está cubierta por la nata dorada de las vacas esteparias, sus ojos son verdes y tristes.

—Entiéndeme, Olga, yo amo a mi patria.

Olga deja de mover las piernas, voltea a verlo y dice en tono serio:

—Goga, esto es por no haber terminado el colegio.

Los labios ofendidos de Goga se curvan mostrándolo aún más ofendido.

—Sólo canallas resuelven ecuaciones algebraicas en los tiempos de guerra, Olga. Adiós.

Me estira la mano con sus dedos blandos casi femeninos. No dedos, más bien, deditos. Los aprieto.

—Hasta luego, Goga.

Mueve su cabeza regando el oro de nata de su cabello:

—No, adiós.

Y muestra sus labios ofendidos de niña. Nos besamos.

—Hasta luego, amigo mío.

—¿Por qué me amarga, Vladimir Vasilievich? Yo sería feliz de morir por Rusia.

—¡Pobre angelito! Seguramente le van a disparar como a una perdiz en la cacería.

—Adiós, Goga.

10

En Kuznetsky Most están quitando anuncios de los comercios, desnudando las paredes sucias, granosas y cubiertas de hongos. El sol amarillo llena con su transparente fluidez los tejados. Me parece que puedo escuchar su fluido en las tuberías. 

—En los tiempos de Pedro El Grande acá había un arrabal de herreros. Ahumaban el cielo. Como aceite, derretían el hierro pegandole al yunque con los martillos. ¿Qué querrán hacer los bolcheviques de Kuznetsky Most?

El obrero con una cachucha parecida más bien a una escupidera comentó sonriendo sarcásticamente:

—Por ejemplo, en el local de Ashvangov de los lujos burgueses vamos a repartir tabaco con tarjetas[7] —y añadió, viendo a Olga con sus ojos entrecerrados: —A la población obrera.

El sol casi vespertino llenó las calles. En las aceras aparecieron hoyos y baches, el viento formó unos charcos llenos de luz solar. 

—Espéreme Vladimir.

—Claro.

—Conozco un joyero que vive en el departamento 37. Voy a pasar a dejarle una piedra. Me quedé sin un solo centavo.

—Estoy en la misma situación. Mañana iré a hablar con los libreros para venderles las ediciones originales de Pushkin. 

Con unos pasos ligeros, Olga sube los escalones.

Me quedo esperando.

A la entrada, un viejito asesor de Estado con lente monóculo vende unos dulces de leche de Kharkov. Me siento triste. Pienso en la calle donde todavía hay muchas librerías. Antes se llamaba Mokhovaya y se extendía, desierta y silenciosa, sobre la orilla del río Neglinnaya. En la tierra limosa crecía, sin ningún tipo de obstáculos, el musgo.

Salió Olga.

—Ahora sí podemos divertirnos.

Le compra al asesor de estado unos dulces de leche. La luz del sol anaranjado se entrelaza entre los pies.

11

Mi hermano mayor se llama Sergey y es bolchevique. Vive en Metropol,[8] administra el transporte marino (siendo arqueólogo); anda en un automóvil para seis pasajeros que rueda sobre las llantas infladas y almuerza dos papas sofritas de acuerdo a la imaginación del cocinero. Sergey tiene ojos azules oscuros y orejas grandotas. Parece que en cualquier momento las mueve como el pájaro mueve sus alas, y su cabeza con sus ojos azules oscuros, va a volar. A lo largo de su mejilla derecha tiene una mancha rosada. Desde muy pequeño, casi cada año, Sergey tuvo que pasar por cirugías para que le sacaran un trozo de piel sana de alguna parte del cuerpo aún intacta por el cuchillo.

El tejido cortado y sano se ponía como un parche en la mejilla. Pero cada vez el lupus se la comía.

—Vine por un asunto especial. ¿Podrías escribir una nota para que me den permiso de entrar a la biblioteca, por favor?

—¿Para qué necesitas ir a la biblioteca?

—Para desempolvar los libros.

—Ve a Rumyantsevka[9] y hazlo allá.

—Está bien, olvídalo.

Sergey se sienta a la mesa y redacta la nota.   

Yo empiezo a hablar de la rebelión de los socialistas revolucionarios de izquierda recién aplastada en Moscú; del destino de un muchacho de barba negra que tenía 17 años y lanzó una bomba a la embajada de Alemania para «salvar el honor de Rusia»; de la muerte de Mirbach[10]; del deseo de los socialistas revolucionarios de armar la masacre de vida o muerte con alemanes a toda costa.

Aún no se han calmado las cosas. Todavía detienen los autos en los suburbios para «triple verificación», siguiendo el mandato de Lenin; todavía están abajo las barreras[11] en las autopistas y, todas las noches, los grupos de obreros hacen fogatas a su alrededor.

Para molestar a Sergey, hablo de los socialistas revolucionarios:

—Sinceramente me gustan estos muchachos con sus banderas rojas y calzados rotos. Las bombas que, con su peso, jalan hacia abajo los bolsillos de sus capas desgastadas se ven tan románticas.

(Olga dijo algo muy bueno sobre ellos: “Me recuerdan a nuestro Goga: parece que tampoco se han graduado del colegio”).

Sergey rasca su entrecejo sobre la esquina del escritorio. Parece un perro greñudo y enorme tan amistoso que uno pensaría que se puede llevar bien hasta con gatas negras.

—Sabes que no es romanticismo, sino farsa. Aunque en asuntos políticos es lo mismo.

La oscuridad cae sobre la plaza Teatralnaya con sus hojuelas grises.

Su comandante Muraviyov huyó a Simbirsk y de allá, ni más ni menos, anunció «guerra a Alemania». Qué tontería, pero ahora hay que fusilarlo.

El crepúsculo otoñal cae sobre el jardín, los banquitos, los árboles con sus troncos delgados y algunas que otras siluetas humanas. Parece que durante varias horas se precipitó una nieve cálida y gris. Con mis ojos sobrios, indiferentes, fríos y verdosos como el agua oxidada de septiembre, miro detenidamente en los ojos románticos de Sergey. Me dan ganas de molestarlo, enojarlo, sacarlo de quicio.

—Socialistas revolucionarios, Muraviyov, alemanes, guerra, revolución… Todo esto no tiene sentido…

Sergey abre ampliamente los ojos mostrando sus pestañas vellosas:

—Entonces, ¿qué es lo que tiene sentido?

—Mi amor.

Abajo, en la plaza Teatralnaya, los raros faroles empiezan a encender sus cigarros.

—Imaginemos que esta revolución socialista proletaria suya se acaba, pero yo sigo siendo amado… —Entre las nubes se enciende un grueso puro alemán —¡Qué final más trágico!… ¿Pero yo?.. Yo sigo bañándome en mi felicidad, roncando en agua de rosas y sacando burbujitas por todas partes de mi cuerpo.

Sergey saca unos papeles de su portafolio:

—Oh, hermano, tratar contigo es igual que…que meterse en un arbusto.

Se estira:

—Vete a tu casa. Tengo que trabajar.

12

Los bolcheviques están calmando a los dos millones de habitantes de Moscú como pueden.

En los periódicos aparecieron nuevas secciones: «Luchando con el hambre», «Llegan cargas alimenticias a Moscú». El día de hoy hay dos mensajes alegres.

El primero: “De Ryazan a Moscú fueron enviados 48 vagones de turtó[12]”.

El segundo: “Hoy recibimos 832 kilos de harina de trigo y 16 kilos de harina de centeno”.


Анатолий Мариенгоф[13]

Циники

     Почему может быть признан виновным

     историк, верно следующий мельчайшим

     подробностям рассказа, находящегося

     в его распоряжении? Его ли вина, если

     действующие лица, соблазненные страс-

     тями, которых он не разделяет, к

     несчастью для него совершают действия

     глубоко безнравственные.

     Стендаль

     Вы очень наблюдательны, Гла-

     фира Васильевна. Это все очень верно,

     но не сами ли вы говорили, что, чтобы

     угодить на общий вкус, надо себя «бе-

     зобразить». Согласитесь, это очень

     большая жертва, для которой нужно

     своего рода геройство.

     Лесков

* 1918 *

1

     — Очень хорошо, что вы являетесь ко мне с цветами. Все мужчины, высуня

язык, бегают  по Сухаревке и закупают муку и пшено.  Своим  возлюбленным они тоже  тащат муку и пшено.  Под кроватями из  карельской  березы, как  трупы, лежат мешки.

     Она поставила астры в вазу. Ваза серебристая, высокая, формы – женской руки с обрубленной кистью.

     Под окнами  проехала тяжелая грузовая машина.  Сосредоточенные  солдаты перевозили каких-то людей, похожих на поломанную старую дачную мебель.

     — Знаете, Ольга…

     Я коснулся ее пальцев.

     — …после нашего  «социалистического»  переворота я пришел  к выводу,

что русский народ не окончательно лишен юмора.

     Ольга подошла к округлому зеркалу в кружевах позолоченной рамы.

     — А как вы думаете, Владимир…

     Она взглянула в зеркало.

     — …может  случиться, что в  Москве нельзя  будет достать французской

краски для губ?

     Она взяла со столика золотой герленовский карандашик:

     — Как же тогда жить?

2

     После   четырехдневной    забастовки   собрание    рабочих    тульского

оружейно-патронного завода постановило:

     «…по первому  призывному гудку выйти на работу, т.к. забастовка могла

быть объявленной только в силу временного помешательства рабочих, страдающих от общей хозяйственной разрухи».

3

     Чехословаки взяли Самару.

4

     В Петербурге хоронили Володарского.  За гробом под проливным дождем шло больше двухсот тысяч человек.

5

     ВЧК  сделала   тщательный  обыск  в  кофейной  французского  кражданина Лефенберга по Столешникову переулку,  дом 8,  и в кофейной  словака Цумбурга тоже по Столешникову переулку, дом 6. Обнаружены пирожные и около 30  фунтов меда.

6

     Вооруженный  тряпкой  времен  Гомера,  я  стою на легонькой передвижной лесенке и в совершеннейшем упоении глотаю книжную пыль.

     Внизу Ольга щиплет перчатку цвета крысиных лапок.

     — Нет, Ольга, этого вы не можете от меня требовать!

     Она продолжает отдирать с левой руки свою вторую кожу.

     — Итак, вы хотите, чтобы я  поделился с прислугой  этим  ни с  чем  не

сравнимым наслаждением? Вы  хотите,  чтобы  я позволил  моей  прислуге раз в неделю перетирать мои книги? Да?..

     — Именно.

     —  Ни  за  что  в  жизни!  Она  и без  того  получает слишком  большое

жалованье.

     — Марфуша!

     От  волнения я  теряю  равновесие.  Мне  приходится,  чтобы не  упасть,

выпустить из рук тряпку времен Гомера  и уцепиться за шкаф. Тряпка несколько мгновений  парит в воздухе,  потом  плавно опускается на  Ольгину  шляпу  из жемчужных перышек чайки.

     О, ужас, античная реликвия черной чадрой закрывает ей лицо!

     Ольга давится пылью, кашляет, чихает.

     Со своего «неба» я  бормочу какие-то извинения. Все погибло. С земли до

меня доносится:

     — Марфуша!

     Входит девушка, вместительная и широкая, как медный таз, в котором мама варила варенье.

     —  Будьте добры,  Марфуша, возьмите  на себя стирание  пыли с  книг. У

Владимира Васильевича на это уходит три часа  времени, а у вас это займет не больше двадцати минут.

     У меня сжимается сердце.

     — Спускайтесь, Владимир. Мы пойдем гулять.

     Спускаюсь.

     — Ваша физиономия татуирована грязью.

     Моя физиономия действительно «татуирована грязью».

     — Вам необходимо  вымыться. Работает ли в вашем доме водопровод? Иначе я понапрасну отсчитала шестьдесят четыре ступеньки.

     — Час тому назад  водопровод действовал. Но ведь вы знаете, Ольга, что

в революции самое приятное — ее неожиданности.

7

     Мы идем по Страстному бульвару.  Клены вроде старинных модниц в больших соломенных шляпах с пунцовыми, оранжевыми и желтыми лентами.

     Ольга берет меня под руку.

     — Мои предки соизволили бежать за границу. Вчера от дражайшего  папаши получили  письмецо   с  предписанием  «сторожить  квартиру».  Для  этого  он рекомендует мне выйти замуж за большевика. А там, говорит, видно будет.

     По  небу  раскинуты  подушечки  в белоснежных  наволочках. Из некоторых высыпался пух.

     У Ольги лицо ровное и белое, как игральная карта высшего сорта из новой

колоды. А рот — туз червей.

     — Хочу мороженого.

     Я  отвечаю,  что  Московский  Совет издал декрет  о  полном воспрещении

«продажи и производства»:

     …яства, к которому вы неравнодушны.

     Ольга разводит плечи:

     — Странная какая-то революция.

     И говорит с грустью:

     — Я думала, они первым долгом поставят гильотину на Лобном месте.

     С тонких круглоголовых лип падают желтые волосы.

     — А наш конвент, или  как  он  там называется, вместо этого  запрещает

продавать мороженое.

     Через город перекинулась радуга. Веселенькими разноцветными подтяжками. Ветер насвистывает  знакомую мелодию из  венской оперетки. О какой-то чепухе болтают воробьи.

8

     В  Казани  раскрыли  контрреволюционный  офицерский  заговор.  Начались обыски и аресты. Замешанные офицеры бежали  в Райвскую пустынь. Казанская ЦК направила туда следственную комиссию под охраной четырех красногвардейцев. А монахи взяли да и сожгли на кострах всю комиссию вместе с охраной.

     Причем жгли, говорят, по древним  русским обычаям: сначала перевязывали поперек  бечевкой  и бросали  в  реку,  когда  поверхность  воды переставала пузыриться, тащили наружу и принимались «сушить на кострах».

     История в Ольгином духе.

9

     — Я пришел к тебе, Ольга, проститься.

     — Проститься? Гога, не пугай меня.

     И Ольга трагически ломает бровь над смеющимся глазом.

     — Куда же ты отбываешь?

     — На Дон.

     — В армию генерала Алексеева.

     Ольга смотрит на своего брата почти с благоговением:

     — Гога, да ты…

     И вдруг — ни село, ни пало — задирает кверху ноги и начинает хохотать

ими, как собака хвостом.

     Гога — милый и красивый мальчик.  Ему девятнадцать лет.  У него всегда

обиженные  розовые губы, голова  в золоте топленых сливок от степных коров и большие зеленые несчастливые глаза.

     — Пойми, Ольга, я люблю свою родину.

     Ольга  перестает  дрыгать  ногами, поворачивает к  нему лицо  и говорит

серьезно:

     — Это все оттого, Гога, что ты не кончил гимназию.

     Гогины обиженные губы обижаются еще больше.

     —  Только подлецы,  Ольга, во  время войны  могли  решать  задачки  по

алгебре. Прощай.

     Он протягивает мне руку с  нежными женскими пальцами. Даже не пальцами, а пальчиками. Я крепко сжимаю их:

     — До свидания, Гога.

     Он качает головой, расплескивая золото топленых сливок:

     — Нет, прощайте.

     И выпячивает розовые, как у девочки, обиженные губы. Мы целуемся.

     — До свидания, мой милый друг.

     —  Для  чего  вы меня  огорчаете, Владимир Васильевич?  Я был  бы  так

счастлив умереть за Россию.

     Бедный ангел! Его непременно подстрелят, как куропатку.

     — Прощайте, Гога.

10

     На Кузнецком  Мосту  обдирают вывески с магазинов.  Обнажаются грязные, прыщавые, покрытые лишаями стены.

     С крыш прозрачными  потоками стекает желтое солнце.  Мне кажется, что я слышу его журчание в водосточных трубах.

     — При Петре Великом, Ольга, тут была  Кузнецкая слобода. Коптили небо.

Как суп,  варили железо. Дубасили молотами по  наковальням. Интересно знать, что собираются сделать большевики из Кузнецкого Моста?

     Рабочий в шапчонке, похожей на плевок, весело осклабился:

     —  А  вот,  граждане,  к  примеру  сказать,  в  Альшванговом  магазине

буржуйских роскошей будем махру выдавать по карточкам.

     И, глянув прищуренными глазами на Ольгины губы, добавил:

     — Трудящемуся населению.

     Предвечернее солнце растекается по панелям. Там,  где тротуар образовал ямки и выбоины, стоят большие, колеблемые ветром солнечные лужи.

     — Подождите меня, Владимир.

     — Слушаюсь.

     — В тридцать седьмой квартире  живет  знакомый  ювелир. Надо забросить

ему камушек. А то совсем осталась без гроша.

     — У меня та  же история.  Завтра  отправляюсь  к  букинистам сплавлять

«прижизненного Пушкина».

     Ольга легкими шагами взбегает по ступенькам.

     Я жду.

     Старенький действительный статский советник, «одетый в пенсне», торгует

в подъезде харьковскими ирисками.

     Мне  делается грустно.  Я думаю  об  улочке,  на которой  еще  теснятся

книжные лавчонки.

     Когда-то ее назвали  Моховой. Она тянулась по  тихому безлюдному берегу болотистой  речки  Неглинной. Не встречая  помехи, на мягкой  илистой  земле бессуразно пышно рос мох.

     Вышла Ольга.

     — Теперь можем кутить.

     Она покупает у действительного статского советника ириски.

     Рыжее солнце вихрястой веселой собачонкой путается в ногах.

11

     Мой старший брат Сергей — большевик. Он живет в «Метрополе»; управляет водным транспортом (будучи археологом); ездит в шестиместном  автомобиле  на вздувшихся,   точно  от   водянки,  шинах  и  обедает  двумя  картофелинами, поджаренными на воображении повара.

     У Сергея веселые синие глаза и по-ребячьи оттопыренные уши. Того гляди, он по-птичьи взмахнет ими, и голова с синими глазами полетит.

     Во всю правую щеку у него розовое пятно. С раннего детства Сергея почти

ежегодно  клали  на  операционный  стол,  чтобы,  облюбовав  на  теле место,

которого еще не касался хирургический нож, выкроить кровавый кусок кожи.

     Вырезанную здоровую ткань накладывали заплатой на больную  щеку. Всякий раз волчанка съедала заплату.

     — Я  пришел  к тебе по делу.  Напиши, пожалуйста, записку,  чтобы  мне

выдали охранную грамоту на библиотеку.

     — Для чего тебе библиотека?

     — Чтобы стирать с нее пыль.

     — Ходи в Румянцевку и стирай там.

     — Ладно… не надо.

     Сергей садится к столу и пишет записку.

     Я завожу разговор о только что подавленном в  Москве восстании левых

эсеров;  о  судьбе чернобородого семнадцатилетнего мальчика,  который, чтобы «спасти честь России», бросил бомбу в немецкое посольство; о смерти Мирбаха; о желании эсеров во что бы  то  ни  стало  затеять смертоносную  катавасию с Германией.

     Еще не все улеглось. Еще останавливают на окраинах автомобили и держат, согласно ленинскому приказу, «до тройной проверки»; еще опущены шлагбаумы на шоссе и вооруженные отряды рабочих жгут возле них по ночам костры.

     Чтобы раздразнить Сергея, я говорю про эсеров:

     — А  знаешь, мне искренно  нравятся эти «скифы» с рыжими зонтиками и в

продранных  калошах. Бомбы весьма  романтически  отягчают карманы их  ватных обтрепанных салопов.

     Ольга про эсеров неплохо сказала:  «они похожи  на нашего Гогу — будто

тоже не кончили гимназию».

     Сергей  трется  сухой переносицей  о край  письменного стола.  Он вроде

лохматого большого пса, о  котором можно подумать, что состоит в дружбе даже с черными кошками.

     — Тут, видишь ли, не романтика, а фарс. Впрочем, в политике это одно и

то же.

     Мягкими серыми хлопьями падает темнота на Театральную площадь.

     —  Ихний главнокомандующий  —  Муравьев  —  третьего  дня  сбежал  в

Симбирск  и  оттуда  соизволил  ни больше  ни  меньше  как  «объявить  войну

Германии». Глупо, а расстреливать надо.

     Садик, скамейки,  тоненькие деревца и редкие человеческие фигурки внизу завалены осенними сумерками. Будто  нусколько часов кряду падал теплый серый снег.

     Я  упираюсь  в  мечтательные   глаза   Сергея   своими  —   тверезыми,

равнодушными,  прохладными,   как   зеленоватая,  сентябрьская,   подернутая ржавчиной вода.

     Мне неперносимо хочется взбесить его, разозлить, вывести из себя.

     — Эсеры, Муравьев, немцы, война, революция — все это чепуха…

     Сергей таращит пушистые ресницы:

     — А что же не чепуха?

     — Моя любовь.

     Внизу на Театральной редкие фонари раскуривают свои папироски.

     —  Предположим,  что   ваша  социалистическая  пролетарская  революция

кончается, а я любим…

     Среди облаков вспыхивает толстая немецкая сигара.

     — …трагический конец!.. а я?..  я купаюсь в своем счастье, плаваю по

брюхо, фыркаю в розовой водичке и пускаю пузырики всеми местами.

     Сергей вытаскивает из портфеля бумаги:

     —  Ну,  брат,  с тобой  водиться  — все  равно что в  крапиву  с…..

садиться.

     И подтягивается:

     — Иди домой. Мне работать надо.

12

     Большевики, как   умеют, успокаивают двухмиллионное население

Белокаменной.

     В газетах даже появились новые отделы:

     «Боpьба с голодом».

     «Пpибытие пpодовольственных гpузов в Москву».

     Hа нынешний день два pадостных сообщения.

     Пеpвое:

     «Из Рязани отпpавлено в Москву 48 вагонов жмыхов».

     Втоpое:

     «Сегодня пpибыло 52 пуда муки пшеничной и 1 пуд муки pжаной».


[1] Se conservan las divisiones entre las oraciones y la puntuación de la fuente con la que trabajé. Las notas son de la traductora y en su mayoría tienen carácter explicativo (N. del T.).

[2] Sukharevka: uno de los distritos centrales e históricamente importantes en Moscú, donde a final del siglo XIX-principios del siglo XX se encontraba uno de los mercados más importantes de la ciudad.

[3] V. Volodarsky (1891-1918): revolucionario y activista político, fue asesinado en 1918 y enterrado con una ceremonia de honor en San Petersburgo el 23 de junio 1918.

[4] Cheka (abreviatura de VChK o ВЧК en idioma original): organización de inteligencia política y militar.

[5] Lobnoye Mesto: un lugar histórico en la Plaza Roja en Moscú que en los siglos XVII-XIX se utilizaba para anuncios oficiales del Tsar, después como punto de parada para los rituales religiosos; en particular en  1918 se utilizaba como un espacio de mítines.

[6] Se refiere a un monasterio.

[7] Se refiere al sistema de compra venta con tarjetas para controlar el abastecimiento y el acceso a ciertos productos utilizada en la Unión Soviética en los tiempos de la guerra.

[8] Un hotel que fue construido entre 1899-1905 y que en los años post revolucionarios se convirtió en un punto de reunión muy importante para el nuevo gobierno. Además, en las habitaciones del hotel vivían algunos de los bolcheviques más célebres.

[9] Edificio de biblioteca y museo de una colección privada del conde Rumyantsev que durante mucho tiempo fue la única biblioteca de acceso libre en Moscú.

[10] Se refiere a Wilhelm von Mirbach (1871-1918): conde y diplomático alemán que en 1918 ocupaba el puesto del embajador de Alemania en la Unión Soviética y fue asesinado por los socialistas revolucionarios de izquierda.

[11] Se refiere a las barras de alto que controlan el movimiento de los autos y trenes entre las autopistas y vías de ferrocarril.

[12] Turtó es una masa prensada de los residuos de las semillas de girasol (u otras semillas o frutos aceitosos).

[13] Fuente URL: http://www.lib.ru/RUSSLIT/MARIENGOF/cynix.txt

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Anatoly Marienhof (1897-1962, Rusia).Poeta, novelista, dramaturgo y teórico del arte. Junto con Serguey Yesenin lideraba la corriente poética del imaginismo. Su novela Cínicos narra la historia de una pareja y sus familiares atravesada por los eventos y cambios revolucionarios. Editada en Berlín en 1928, suscitó persecuciones por el gobierno de la Unión Soviética, al grado de que fue impresa hasta 1988, mucho después de su muerte.

Ksenia Kameneva. Egresada de la licenciatura y la maestría en Estudios Culturales por la Universidad Estatal Rusa de las Humanidades, donde trabajó temas de historia de la literatura, fotografía del siglo XX y teoría de la traducción como una práctica cultural. Actualmente vive en la Ciudad de México, trabaja en investigaciones antropológicas aplicadas y estudia danza contemporánea en la ENDNGC.