
¿Y si lo hubieran sabido? ¿De haberse enterado, hubieran seguido adelante? «Lanzamos la primera piedra, es todo». De saberlo, quizá las mujeres de Oak Ridge no hubieran tenido alternativa, como tantas otras en la historia que no la tuvieron. Víctimas de una doble explotación (la del género y la de las clases sociales), fueron despojadas de sus nombres, de su juventud, de su inocencia. A cambio, llenaron esos huecos con culpa, con una vida ofrendada al olvido. ¿Pero qué culpa tenían ellas, que no sabían lo que hacían, que sus ojos fueron vendados, que su trabajo fue comprado con el pan de cada día y sin la promesa de un futuro mejor? Tan sólo formaron parte de ese engranaje que engulle a todos y no se detiene nunca, de la gran maquinaria dadora de destinos: la técnica, el progreso, la iluminación del nuevo mundo. Cualquiera puede hacer suposiciones al respecto, lo cierto es que la obra que monta Elisa Díaz Castelo no deja indiferente a nadie. Su Proyecto Manhattan va más allá de los nombres de siempre y se aleja de los senderos infinitamente explorados por la cultura hollywoodense, encontrando en los personajes femeninos un auténtico motivo para ilustrar la condición humana.
Podría pensarse que Oppenheimer sólo fue la punta del iceberg, entonces, ¿quiénes estuvieron detrás de él? ¿Qué fue de todas las mujeres que, sin saberlo, aislaron el isótopo de uranio para construir la bomba atómica? La historia de las obreras de Oak Ridge ha sido silenciada. En Proyecto Manhattan, Díaz Castelo da voz a estas mujeres. La joven poeta funciona como una especie de vehículo; a través de ella, se expresan los desgarradores sentimientos de las trabajadoras al enterarse que habían servido a la construcción de un artefacto que acabó con la vida de más de cien mil personas.
Pero las trabajadoras no fueron las únicas involucradas durante el proceso de la construcción de la bomba atómica. A escena aparece Kitty Oppenheimer, bióloga y esposa del renombrado físico. Abnegada pero no sufrida, en Kitty notamos cierta resignación combinada con tintes de ironía. Sus discursos reflejan lo que debió haber significado su matrimonio con un hombre que pronto se convertiría en el destructor de mundos y que, quizá más importante, destruía el mundo personal de Kitty con sus infidelidades. Sin embargo, esa aparente fragilidad se torna en sarcasmo y da forma a una mujer portadora del discurso apocalíptico. Su voz termina por ser la trompeta que anuncia el desastre, el fin de la vida de aquellos que padecieron los efectos de la bomba, pero también el final de sí misma; de la familia que formó y de la felicidad que alguna vez conoció.
Por el contrario, el personaje de Leona Woods (joven física que a sus 23 años participó de forma activa en el proyecto Manhattan), se erige como un genio precoz con sentimientos casi maternales por su creación. «La verdad es que el día que explotó Trinity en Los Álamos yo lloré de emoción». Pero reitera que lo importante no es la bomba, sino acaso, llegar a comprender la esencia de las cosas. Por lo mismo, notamos a una mujer desprendida del sentimiento de culpa, renegada de la sociedad, de la moral y de Dios.
En el fondo, Proyecto Manhattan no deja de ser un libro de poesía, independientemente de la forma en la que se desarrolla —con monólogos dramáticos que incluyen sus respectivas direcciones escénicas y acotaciones —. La autora encuentra en Jean Tatlock, el espacio perfecto para habitar su voz poética más íntima. De cierta forma, Jean encarna el sentimiento de rebeldía que atraviesa a todo el libro. «Psiquiatra, comunista, suicida», jamás renunció a sus estudios para convertirse en la “esposa de Robert Oppenheimer”. Rechazó sus propuestas de matrimonio. Como su amante, influyó en la formación de Robert, principalmente al enseñarle poesía, lo que, a la postre, terminaría dando nombre a la bomba atómica. Oppenheimer la llamó “Trinity”, haciendo referencia a un soneto de John Donne que Jeane le había mostrado años antes. Por si fuera poco, Jeane terminaría suicidándose a los 29 años, dejando muchos cabos sueltos y una vida extraordinariamente compleja. No obstante, y como bien señala la autora, muchas mujeres como Jean que han poseído una personalidad interesante, han sido invisibilizadas por aquellos que escriben la historia. Es por esto que Proyecto Manhattan es un homenaje a todas esas voces ausentes de los discursos oficiales, pero fundamentales en la construcción del destino de la humanidad.
El nuevo libro de Elisa Díaz Castelo guarda ciertas relaciones con sus obras anteriores. Los motivos científicos siguen presentes como una forma de acercamiento a la cotidianidad de los personajes. El trabajo de los tropos poéticos, principalmente las analogías respecto a la ciencia y el destino de las mujeres, resultan sumamente logradas, lo que genera que jamás nos apartemos de la experiencia estética que la autora intenta brindarnos. Además de lo meramente formal, el texto nos conduce a reflexiones interesantes. Acaso, después de todo, El reino de lo no lineal fue un homenaje a la vida, pues se lograba salir del umbral de la muerte. En cambio, Proyecto Manhattan podría ser un homenaje a la muerte; esa pulsión de creación que se sublima en destrucción. De cualquier modo, la dicotomía entre vida y muerte son constantes en este libro, sólo que ahora en un nuevo escenario: la visibilización de aquellas mujeres que son relegadas al margen de la historia.
Sin duda, Proyecto Manhattan, es una de las grandes sorpresas literarias de este 2021. Por ello, nos sentimos muy contentos de contar con la colaboración especial de Elisa Díaz Castelo en este segundo número de aniversario, ofreciendo a los lectores de Campos de Plumas una breve, pero representativa muestra de su obra, donde queda plasmada la fuerza y la frescura de una de las voces más importantes de la poesía mexicana de los últimos años.
Elisa Díaz Castelo (Ciudad de México, 1986) ganó el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2020 por El reino de lo no lineal (FCE, 2020), el XV Premio Nacional de Poesía Alonso Vidal por Principia (FETA, 2018), el Premio Bellas Artes de Traducción Literaria 2019 por Cielo nocturno con heridas de fuego (Vaso Roto, 2018), de Ocean Voung, y el primer lugar en el premio Poetry International de 2016. Su último libro publicado es Proyecto Manhattan (Ediciones Antílope, 2020).