
“Flor y canto es lo que hace posible nuestra amistad. Este es el sueño de una palabra”. Flor y canto (In Xóchitl in cuícatl) refiere al arte de la poesía en el mundo náhuatl, no obstante, esta noción va más allá de la mera composición lírica; su importancia radica en la fuerte connotación cosmogónica que conlleva. Quizá haya sido Tecayehuatzin el poeta que más indagó sobre el significado de ello. En el famoso Diálogo compuesto por el señor de Huexotzinco (hoy Puebla), comprendemos que flor y canto es una forma de diálogo con uno mismo y con el otro. Nos permite abrir el corazón y reunirnos con los amigos; la concordia es la armonía entre los corazones. También es una forma de aproximación a lo divino. “Allá escucho sus voces, en verdad al Dador de la vida responde, responde el pájaro cascabel, anda cantando, ofrece flores”. Mediante la Flor y canto nos elevamos a la casa del Dios, que está en todas partes, que ya en toda la naturaleza vigila. Comprendemos entonces, que la poesía para el mundo náhuatl tiene una función íntima, social y sagrada.
Quinientos años después, nos encontramos con una joven poeta originaria de la misma tierra que el señor Tecayehuatzin, y que, tal vez sin saberlo, ha reconstruido la flor y canto en la actualidad. Valeria List ha publicado únicamente un libro, La vida abierta, con el que obtuvo el Premio de Poesía Joven UNAM 2019. Este reconocimiento le permitió llegar a los lectores mexicanos que, rápidamente, dimos cuenta de su calidad literaria. Valeria describe un mundo personal, íntimo, acaso un diálogo con su corazón. Pero hay algo más, entre sus versos se encuentran intuiciones ocultas que tamborilean y palpitan para ser escuchadas; en ese espacio personal acontecen evidencias de lo sagrado. «Un pájaro entra por la ventana / al salir quedan sus plumas». Son pequeños guiños que disfrazan una realidad superior de la cual la poeta se siente parte. «Todos comíamos llorando los huazontles crecidos para la eternidad /hasta que hoja por hoja / diente por diente /tenían otro significado». ¿Qué busca en esas imágenes? ¿Qué significado tiene la naturaleza? Los «arándanos» le traen reminiscencias de su hogar natal, como si todo estuviera conectado. Un «bonsái» la acerca a los filamentos del mundo, los que crecen en lo más profundo de la tierra y alcanzan un aura estelar.
Pero la poeta también usa sus versos como reconciliación con los otros «veía a mis amigos acomodar sus personalidades al contexto. Otra cosa se fundaba ahí, donde el sol nos dejaba beber sin embriagarnos…». Utiliza la poesía como vehículo de la amistad. Por otro lado, no obvia los temas sociales. Así como los poetas nahuas fueron testigos de su tiempo, Valeria pone la mirada crítica en el suyo. Sin ser panfletaria, denuncia los problemas de la actualidad. «Contó que al volver a casa /su esposo la golpeó/ porque la vio cambiada». Desde la perspectiva femenina expone la cruda realidad a la que estamos sometidos.
Acaso la poeta poblana se sienta más cerca de autoras como Olvido García Valdéz o Chantal Maillard. Quizá tenga una gran empatía por la filosofía budista, no obstante, en sus versos escuchamos el canto de las aves y las flores, la naturaleza hablando, la divinidad rodeándolo todo. Escuchamos el diálogo con uno mismo y el encuentro con los amigos, observamos la realidad social que nos embriaga de tristezas. ¿Qué es su poesía sino la flor y canto heredada del mundo náhuatl? Que el lector juzgue las comparaciones, pero, sobre todo, que no olvide que la poesía existe para alegrar los corazones, pues esto es “lo único verdadero en la tierra”.
Nos complace compartir con los lectores de Campos de Plumas, tres poemas inéditos de la autora, que se complementan con tres más de La vida abierta, dando fe de lo dicho con anterioridad y enriqueciendo profundamente la calidad estética de nuestro séptimo número.