
Cada suelo que visitan hoy las manos se consume desde el fondo. El enfriamiento de las luces, del espacio en blanco para, apenas, dar un paso dentro de la página, y decir, creer, encontrar… Todo ello espera en el presente. “Cuerpo abajo”, en nuestra voz, “la irrealidad liba —frenética”, tal como dijo ya María Negroni en uno de sus poemas. ¿No podremos asumir, entonces, la visión sobre las fugas y los intersticios, sobre todo eso que fue antes relegado por certezas únicas? Ben Clark ha perseguido, entre lo equívoco y lo turbio, un nuevo signo de belleza (véase aquí su poema inédito «Las marcas de cantero»). Y como Clark, podemos adoptar un tono fúnebre o indolente; ir del final errante al alba de lo amado; regresar al tiempo donde, todavía, extraíamos de nosotros, por lo menos, la piedra de la locura. Un amplio grupo de ensayistas toca estos asuntos y establece mil correspondencias con las letras japonesas, sudamericanas y francesas, sobre todo: Krishna Avendaño, Carolina Peña y Douglas Bohórquez. Que el lector entre en el diálogo y comience a crear, desde su cerco, desde su ventana…
Aliadas en la misma reflexión, y al lado de las letras que este número da al público, dieciocho poetas colombianas se han reunido aquí, en la pugna por hallar la casa de los padres, otra máscara adecuada ante las puertas clausuradas y un sinfín de signos que circulan entre toda una generación del país cafetalero, aunque sus poemas sean también un fruto del asombro (o, tal vez, la extrañeza) ante las grandes urbes norteamericanas. Asimismo, en otro punto de Latinoamérica, Valeria List (Premio de Poesía Joven de la UNAM, 2019) se abre también a símbolos de peso, pero sin comprometer la propia voz, curada de solemnidades, y así mismo harán Olga Varela, Antonio Vázquez, Rolo Díez y Elizabeth Esquivias en los cuentos que presentan, bien forjados en la calle como en la perduración de la amistad, aun luego de la muerte. No será ella lo que impida dar el testimonio, la amalgama con que haremos frente a este confinamiento, cada vez más cerca del final.
Todo lo anterior, empero, no puede llevarnos al olvido. Siempre es necesario recurrir a aquellas manos que supieron, bien en su hora, trastornar el sitio en que se hundían. Ted Hughes, Charles Baudelaire y Anna Ajmátova; todas son voces que hemos traducido en esta séptima edición de la revista y que acompañan el esfuerzo de los jóvenes que, aquí, buscan decir, creer y encontrar algún espacio para pervivir, entre la pura incertidumbre. Que esta conjunción sea una de tantas velas que persisten bajo el agua.
Comité Editorial de Campos de Plumas