Segunda presentación editorial

Esta edición de la revista ofrece para ti, lector, un aluvión de voces provenientes de ambos lados del Atlántico: Perú, México, España y Guatemala son las tierras de almas cuya voluntad estética es, también, la de mudanza: Luis Antonio de Villena encuentra en un paraíso colombiano, al mismo tiempo, la satisfacción sencilla y los anuncios de catástrofe; la sorda atmósfera de Nueva York precede a las postales de Florencia sin calzado en la obra de Miguel Ángel Zapata; un escenario mítico arruinado es el trasfondo, en ruta al Xibalbá, para una historia nueva de Javier Mosquera Saravia… Pero, mientras acudimos a la invitación tan clara que hacen —sólo en apariencia—, nos enfrentan a un presente bárbaro, ofuscado, que, en la pluma de Sofía Sánchez, Odeth Osorio o Wendy Ayala, testimonia la impotencia, la creación de una morada propia y los problemas familiares, siempre con vigor artístico. Escritores nuevos (Jorge Edgar Cortés, Graciela Bautista, Mariana Rubio, Alina López) y experimentados (Arturo Molina, Dafne Benjumea, Miguel Orozco, Pablo Antúnez y Atzin Nieto); los de oficio pleno, no obstante la juventud (Melissa del Mar, Daniel Rabal, Víctor Hidalgo) y los de madurez probada (Ayudarte Granados, Samir Delgado, Jiménez Paz y Ortega Palomares). Todos, sea en Islas Canarias, en Jalisco, en Lima o en Madrid, saben que sus preguntas tendrán ecos múltiples, quizá fuera de su país, pero en el único ahora de las letras. Y es que el tiempo, como la distancia, cede al diálogo. Una prueba está en la traducción que hoy Monserrat Mira presenta de un poema de Quasimodo, en tono grave: “Hombre de mi tiempo”. Pero la visión atroz que encarna, tras sus rasgos bíblicos, convive con parábolas morales (de raigambre china), ecos de Brodsky, Mandelstam y el Popol Vuh… Son muchos temas los que presentamos en nuestro segundo número, hondamente agradecidos por la generosidad de los creadores (cuya siembra no recoge sino quien decide leerlos). Ante todo, se podrá guardar silencio, pero no dejar de oírlos. Permitamos, pues, que la palabra enfrente al caos.  

Comité editorial de Campos de Plumas