Lúa Zimbrón

Llevaba un rato sentada. Había llegado temprano, quería tener tiempo de tomar un poco de ese café que tanto extrañaba y calmar el temblor en mis piernas.
Por costumbre me senté en la mesa de siempre. Aún tenía dibujado al tigre que años atrás habíamos imaginado entre besos y risas, y que habíamos marcado en la madera bajo el cinismo conquistador que da llamar «nuestro» a cualquier objeto.
Era difícil ver qué tan desgastado estaba el tigre porque todo a su alrededor se había desgastado con él: la mesa, las sillas, la taza, la cuchara eran un cuadro vetusto, pero armónico. “Así que el problema no es el cambio, sino avanzar a destiempo” —pensé, dando un sorbo al café—. Es el contraste lo irreparable.
Me vino a la mente entonces el otro tigre, gemelo de este, que te tatuaste en el brazo entre broma y promesa de que estaríamos juntos para siempre. De que un «nuestro» y «nosotros» sería indeleble.
Fue entre estos pensamientos y el clic clac de la cuchara contra la taza que te escuché llegar. Vi a tu tigre, estaba claramente desgastado.
Dejaste caer sin tiento los papeles del divorcio, lo supe de inmediato: este lugar y sus tigres habían cambiado para siempre.

Lúa Zimbrón (Ciudad de México, 1988). Licenciada en Letras Hispánicas y Maestra en Producción Editorial por la UAEM (Morelos). Becaria en 2017 del programa Festival Cultural Interfaz. Ha publicado algunos cuentos, reseñas y ensayos en revistas como El arte es un delirio controlado, La Orla, Nocturnario, Regiones y La Gaceta Universitaria. Participó en el Primer Encuentro de Escritores Jóvenes de la UAM.