Hilorama (Poemas)

William Pascagaza Jiménez

Arte: Edith García

Hilorama

A Tránsito, mamá.
A Clau.

no hilar fino como dicen no
más bien hacer y deshacer furiosamente cada día
desacertar el pliegue necesario y devolverse
o urdir otra figura si hace falta
o rechazar la costura en que se habita

mejor dicho

deshilacharse del gran ovillo del mundo
hacerse añicos a tijeretazos
para tejerse nuevamente y siempre
como hilo que se destiempla cada vez
como hebra que se resiste a la puntada
y solo acepta hacer parte pequeña
del hilorama insospechado de la libertad
con sus larguezas
sus matices
sus texturas
su color

no hilar fino entonces nunca no
más bien desordenarse en el carrete
como quien no se limita a encaje
como quien se sabe parte de madeja única
y así no más se tensa se estira se curva
hasta ser la propia mano
que da forma a sus hilos
a pesar de los dedos decaídos
que en ocasiones no resisten destejer


Abuelario

A Rosa Helena

uno

recuerdo ahora a la abuela
recuerdo ahora a la abuela frente al fogón
recuerdo ahora a la abuela frente al fogón arrebolado
haciendo bolitas de harina suavemente
ojos color de maíz sobre el sartén
soles colmados de queso ante la mesa
y empiezo a pensar si ella
igual a las mujeres ralámuli de méxico
creía que el mundo nació de una tortilla
                         y nos amasaba entonces
con el corazón bondadoso como un dios
una diosa
el mundo otra vez cada tarde
para comer con chocolate

dos

amasar un pan simple un pan
delicioso a la boca de todos y todas
infaltable en la mesa de todos y todas
exquisito en su dulce justicia
admirable en su aroma universal
como lo hacía la abuela
como lo compartía la abuela
pan contra el hambre contra el miedo pan
contra el desamparo del mundo pan

contra el sabor a fierro de la vida


Pimentón

A la amiga Laura.
Y a todas las personas que resisten ante el terrorismo de Estado.

me estoy preguntando si recuerdas
los días en que tu única urgencia era por los colores
que debían llevar los dibujitos que hacías en la pared
para decorar tu casa
y no esta encrucijada opaca
en donde las cosas tienden al tono ocre de las balas
y la mirada tropieza a cada rato con variaciones del rojo sangre
y las paredes que se pintan sin cesar
reproducen rostros de gentes que ya no

también me pregunto si no olvidas
el pimentón pequeñito que sembraste cierta vez
como quien no sabe acoger otra cosa que la vida
y me escribiste emocionada a hablarme de su crecimiento
con la alegría con la que no me cuentas hoy
sobre personas desaparecidas como plantas sin su verde
sobre lugares para la resistencia en donde a veces no se puede
con el espeso clima del terror que ahoga
y ahoga y ahoga
hasta secarlo todo
hasta considerar ya no

me quedé pensando si tu memoria
te devuelve cada tanto a las orillas del atlántico
y te moja los pies otra vez con sus agüitas reparadoras
lejos de las humedades que con nombre propio
te han empapado la cara algunas noches del último mes
te han anegado de miedos y gotas que rebosan copas
me quedé imaginando el lugar en donde no estarías
el espacio en el que el vacío resignaría la materia de tu abrazo
y me negué a aceptar que tu rostro esté en una pared
coloreado a blanco y negro nada más
como si no fueras de todos los colores
como si furiosamente vivo
tu corazón no fuese un pimentón rojísimo
inmarchitable ante las plagas del presente

William Pascagaza Jiménez (Bogotá, 1995). Profesor de español y literatura. Licenciado en Humanidades y Lengua Castellana por la Universidad Distrital. Ha publicado Breve cuaderno de Gregor, poemario ganador de la convocatoria pública Idartes. Es fundador y editor del proyecto editorial Hijos de los Días, con el que se publicó Cuidados paliativos (2022) de Naisha Herrera. Fue coordinador de El cantar de la palabra, así como colaborador del portal literario Lugar Poema.