Jorge Esquinca

Jorge Esquinca



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Arte: Shino-Art



Sucedió en Asís



Allá viene el padre Francisco,

el pobrecillo,

                    rota la sandalia

raído el hábito

                     colina abajo viene

entre los cardos,

                         démosle agua

que se viene sediento,

                                   démosle también

un trozo de pan,

                          que viene dolido,

el padre descalzo

                            estuvo hablando

con el mirlo y la tórtola,

                                     con la abubilla

y el zorzal.

                 Vamos a encontrarlo,

vamos a darle

                      una moneda

aunque no la quiera,

                               sólo para oírlo

decir que no,

                    que con el sol nos basta.

(Con Guillermo Fernández diez años después)






Cristóbal y el niño



Cuenta la Leyenda dorada

que el bondadoso fortachón

trepo al niño en sus hombros

y comenzó a cruzar el río.

Al tiempo que crecía el peso

del niño, aumentó el nivel de las aguas,

como si su cuerpo fuera de plomo.

Hacia la mitad del cauce

Cristóbal creyó que no podría

soportar el ímpetu del río

ni aquella carga enorme, intolerable.

Sus pies se hundían en el fango.

Pero se sobrepuso y cruzó.

“Cristóbal –dijo el niño entonces–

no te extrañe ese peso terrible

porque sobre tus hombros cargabas

al mundo entero y al dolor del mundo”.

Y es cierto. Este medio día los vi.

Bajaban juntos la cuesta

      Empedrada el cerro, rumbo al lago.

      El niñito ahora adolescente, trastabillaba;

      era visible su dificultad para andar, su lucha

      por hacer los más simples movimientos.

      El hombre lo tomaba por el brazo,

      lo soltaba, volvía a sostenerlo.

      Llegaron al final, donde el talud

      se convierte en una escalera.

      “¿Y ahora?”, pensé.

      Pues nada: el hombre le ayudó a subir

      sobre su espalda, a caballo.

      Descendieron, paso a paso,

      escalón tras escalón.

      Atravesaron la carretera

      bajo el sol de verano

      –yo diría que contentos–

      hacia el lago impasible.






MMV



Atravesé los campos
Entre lobos y viento

escribiste,

¿qué fue aquello
que encontraste
tras la niebla?

¿la palabra que faltaba
la conjugación del tú
en el verbo nosotros?

No se trata de un sueño
lo que hallé en la niebla

Contestas
desde una estrella
en fuga.

      Hubo una vez
      ¿recuerdas?
      días junto al mar
      una playa a la que tú
      acudías engalanada,
      convertida ya
      en la interprete que habrías de ser,

      que temías ser
      en una historia por contarse,

      la que nunca dejaste
      siquiera traslucir,
      más allá de un cambio
      privilegiado,

      heroína encarnada en ti misma.

      Ambos, hermanita, regidos
      bajo el sol de Aries
      leo ahora las iniciales de tu nombre
      como una cifra ¿de qué?

      No supe advertir
      la voraz avanzada
      de la sombra
      que te comía por dentro,

      esa inconmovible robadora,
      nunca pudo arrebatarte
      la belleza,

      tú muchacha siempre,
      buscabas el brazo de Dios
      en el círculo del dolor iluminado.

      Hablaste, hablamos, cosas
      que ahora tú sabes de cierto,

      ¿obtuviste respuesta a tus empeños?
      ¿entraste al fin transfigurada
          en el Castillo abierto por Teresa?

          ¿Nos cuidas desde ahí?

          Aquí ahora el dios Amor
          anima su menuda linterna
          entre la sombra nombrada,

          al fondo
          suelta
          la parva
          de gorriones
          que se eleva.

          Cada 5 de abril
          voy a seguir celebrando
          contigo
          nuestro cumpleaños.



(A José Javier Villarreal)



*Nueve pájaros en una esfera de cristal, Mano Santa Editores, México, 2022.

Jorge Esquinca (Ciudad de México, 1957). Poeta, traductor y editor. Estudió Ciencias de la Comunicación en el ITESO. Dirigió la editorial Cuarto Menguante y suplementos culturales (como La Cultura en Occidente o Nostromo), entre otras actividades. Ha sido traducido a diversos idiomas y obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes (1990) por su libro El cardo en la voz; el Premio Iberoamericano de Poesía Jaime Sabines (2009) por su libro Descripción de un brillo azul cobalto y, recientemente, el Jalisco de Literatura en 2019. Entre sus publicaciones se hallan Parvadas (Mano Santa, 2017); Las piedras y el arco (Fondo Editorial Universidad Autónoma de Querétaro, 2018); Mínimo bestiario (Casalia Ediciones, 2019) y Kyrie (Fondo Editorial Universidad Autónoma de Querétaro, 2020).