Salvador Gallardo Topete: breve recopilación.

Salvador Gallardo Topete

Arte: Mariana González Sánchez

Exiliados de la luz

Exiliados de la luz caímos

a la nada,

como piedras rodantes

chocando amorosamente

entre sí,

incendiando de estrellas el firmamento.

Tu ombligo

Tu ombligo es

un remanso a mitad

del camino.

El cenote donde mi amor

llora desconsolado

la pérdida del paraíso.

Tropo

Clavel que gira

se desarbola.

Mana sangre

por la corola.

Porque lo amado está en nosotros

Porque lo amado está en nosotros

graficando su imagen,

antes del encuentro causal

que lo define.

(como la mancha de herrumbre en la pared

hace presentir el rostro deseado).

Porque el oído espera ya el registro preciso

de una cálida voz que comunique

su temblor esencial,

y el tacto, el roce de una suave piel de avena,

y la nariz aspira el aroma de la rosa

aún no nacida,

y la ávida lengua a la humedad

voluptuosa de su par.

Siempre nos enamoramos de nosotros mismos.

Versos Pantun (fragmentos)

No sé por qué los jueces

Requieran tanto estudiar

Si su misión estriba

Precisamente en fallar

*

La luz hiere mi retina

Con moléculas de plata.

Y yo que dejé los párpados

En el buró de mi casa.

*

Los niños ajolotes

chapotean en el agua

salpican de estrellas

y carcajadas.

*

La tarde se puso triste

al ver a un lagarto llorando,

si supiera por qué llora

no lo estaría consolando.

*

Un huele de noche de la plaza

Palidece de la envidia

De ver pasar a un mendigo

Que huele de noche y día.

*

La ciudad lava su cara

con el agua de la lluvia.

Aguascalientes recobra

por un momento su nombre.

Una escuadra de pájaros

Una escuadra de pájaros sin alas

vuela por el horizonte vacío.

El vacío se rompe

y los pájaros

aletean moribundos.

Sólo tú, estatuada en tu origen,

enraízas en tu sombra

y tu nombre, como eco,

te repite.

Sincretismo

Cadenciosa la hoja se cernía sobre el aire del espejo.

Eva desnuda, la hoja apetecía su mano alba de garzas,

La tomó y su sexo cubrió pudorosa, o ¿coqueta…?

El cachondo Adán llegó al paraíso

Y al ver el mono tras la verde floresta

Se convirtió en Homo Erectus,

Conciliando las sagradas escrituras con la ciencia.

Como a una nuez

Duro, como a una nuez,

abrí tu corazón con una piedra.

Un golpe y otro golpe y otro golpe

y la dura corteza se agrietó

cediendo a mi constancia.

Pero la piedra era mi corazón.

Y si el amor no fuera

Y si el amor no fuera

sino la sombra de una sombra.

La imagen de un espejo capturada

por los espejos del agua,

el ademán apenas insinuado

de un pájaro sin alas,

la ceniza de un fuego no iniciado…

Y si el amor sí fuera

No sombra de la imagen,

Sino sustancia en sí

Capaz de reflejarse:

No ademán, sí pájaro con alas:

No ceniza, sino llameante fuego.

Nocturno del espejo

Bajo la luz,

llora mercurio

la luna

de tu ropero.

Sobre la luz

el miedo,

de no verse ya nunca

de marinero

a barco anclador;

con un sombrero

copa de sombra,

cintas de hielo.

Transmutación

Las víboras cambian de piel

cuando el fastidio las colma,

se desnudan

frotándose

en lo que encuentran.

Allí dejan su camisón

y al día siguiente brotan

impolutas, como vírgenes flechadoras.

En el río de tu nombre

En el río de tu nombre

Sabelia, senda fluvial,

boga velera una barca

que baja descalza al mar.

En la aguadulce dormida

de tu nombre de cristal

quién pudiera,

marinero,

navío de esperanza

anclar.

Barroco

Uno arranca a las piedras

capiteles,

burila acantos,

serafines, flechas.

Descubre el ojo

que el tezontle oculta,

púdico cubre

el vientre de las rocas,

persigue geometrías,

inventa laberintos

y se pierde

en el trazo emplumado de serpientes.

Uno cubre de máscaras

la piedra,

modera aristas

y retrata muertes

que tienen rostro igual

al de la vida.

Uno se sienta

en angustiosa espera

a que el viento llegue

y con su lengua terca

devuelva intacta la pureza

desnuda de la roca.

Raíz del deshabitado

De tanto estar en los demás

me falto

para llena el pellejo de

mi nombre.

De tanto darme en cada abrazo

ya no me doy a mí

sino a los que me sacaron de mis huesos.

De tanto abrirme el corazón

me duele

no mi dolor,

sino el dolor de todos,

me duele el ojo que creció en el llanto

y el llanto mismo de mi dolor se duele.

Olímpica

Heracles en el Olimpo

fatuo carga

su gran esfera terráquea.

Negro atlante

escarabajo estercolero

sueña con su labor divina

y el mundo en sus espaldas

se resquebraja y fermenta.

Raíz para tu viento

Yo no lo quise,

ayer no lo quería,

huí en galope

cuando vi tu agua;

me revestí de piedra la epidermis

por no sentir el roce de tus alas;

me alfombré de estopas el oído

porque tu voz alondra no llegara

y ahora ya lo ves…

En el viento anidado en tu cabello;

en la flor no nacida, ahí te quiero.

Te quiero con los dientes,

con los ojos te quiero;

te quiero con las garras

que debí tener

para que tú, gacela mía,

no escaparas.

Salvador Gallardo Topete (Aguascalientes, 1933-2017). Poeta, narrador y editor. Estudio Derecho en la Universidad Autónoma de Zacatecas. Junto con Víctor Sandoval fundó el periódico El hombre del búho. De su obra publicada se destacan los libros Caín y Abel (Paralelo/Espiga, 1960), Desanclaje (Paralelo, 1963), Raíces (Paralelo, 1963), No pretendo la voz: antología personal (Universidad de Guadalajara/Patronato del Teatro Isauro Martínez/Xalli, 1991), Un día de estos (Instituto Cultural de Aguascalientes, 2001), Contorno del fuego (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Instituto Cultural de Aguascalientes, 2013), El investigador córvido (Ediciones Sin Nombre, 2014), entre otros. Fue editor de la publicación Disertaciones, además de ser miembro del consejo directivo de Talleres. Perteneció al Grupo Paralelo. Formó parte de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.