El diamante oscurecido (Poemas)

Jeanne Karen

Arte: Jessica Guadalupe

El diamante oscurecido

Aún sentía en la piel las flechas de la noche cuando perdí  la ruta.
En dos piernas la vida se resuelve de forma racional: todo es frío  
desde la tenue esfera de los ojos de quien mira de pie; en cambio,
las cuatro patas están hechas para sobrevivir y para amar.

Para alcanzar la bestialidad se necesitan años de tormenta,
hasta que aprendes a hablar el lenguaje del relámpago.      
Después crece en ti el afán por la pelea, el gusto por la carne        
y por la sangre. Así maduró en mí el placer por la batalla.

Yo era un cuerpo pequeño, pero acostumbrado a ser hostil.           
Luego de alimentarme, mi espíritu se regeneraba poco a poco.      
Con el tiempo el fuego hacía campamentos en la mirada    
y ya no había animal salvaje o sobrenatural que no pudiera doblegar.

Un diamante oscurecido era mi corazón. En el pozo, un espejo     
me presentó con mi espectro: una loba de ojos enrojecidos y líquidos.      
El monstruo había nacido, pero no deforme, si no con una perfección      
que helaba la tierra con la espesa niebla de su pensamiento.

Andaba sola, con majestad por el pueblo y todo se guardaba         
en su propia sombra cuando señoreaba por el campo.         
Infección o deseo, eso era lo que mantenía con claridad la mente,
atenta a todo, como si hubiera habitado el mundo desde el principio.

Me obsesionaba la tarde y su esfera naranja; su crujir casi metálico          
aniquilaba mi paz. Esa luz, el sonido transparente que rompía el equilibrio.         
Al anochecer todo era desolación, huesos rotos, vaivén de furia.   
El hocico estaba plagado de moscas y esquirlas tenebrosas.

Acaricié con mis garras los duraznos de la envidia y el odio.         
Enfermé y mi vómito era el rechazo a lo vegetal. Pasé meses afiebrada,   
discurría en idiomas que jamás escucharía de nuevo,          
hablé con apariciones que conocen el conjuro de los noctámbulos.

Un día la enfermedad se disolvió y me levantó en dos piernas.      
Había perdido los zapatos, los lentes, los libros, todo se había ido;           
sólo quedaban los gritos reprimidos en el plexo mercurial. 
Al borde del rayo, en un instante vibrátil como millones de abejas,           
descubrí el cuerpo del poema, agonizante, con las tripas de fuera.


Manantial

En el tiempo de mi infancia  
frente al manantial     
juro que miré al sol mostrar su pecho herido           
                                                                              mediodía
del mundo el más triste.

Quería cargar todo ese dolor en mis ojos

            ¡Oh, agua inmóvil!    
sangre en el cuerpo    
pequeñas olas de la muerte   
gritos de niños           
luz indomable                 invasora     
¡Déjenme ser una rama oscura         
un atardecer lleno de misterio!

                    Seis años           
huyo de todo             y la belleza      
me aniquila    
                      pesa demasiado todavía

el viento se lleva cada palabra          
frente a la Medialuna            
                                      agua de estrellas     
peces violentos          
                                  mi carne es un anzuelo

Bóveda celeste          
mi voluntad se           
desvanece entre las nubes   

¿Esto  es        
                existir?

Quiero ser un lirio     
arder en el infierno de la primavera  
quiero ser el camino melancólico     
perdido en un inmenso horizonte     
quiero ser espuma     
niebla
               nada
                                                   nada

Y permanezca mi mirada en el asombro      
de ese mediodía         
cuando el sol
mostró su pecho destrozado.

De Como un violín en su caja negra, 2018

Jeanne Karen (San Luis Potosí, 1975). Poeta y escritora. Autora de los libros, La luna en un tatuaje (Editorial Verdehalago, 2003), El club de la tortura (Ediciones Sin Nombre, 2005), El gato de Schrödinger (Editorial Ultramarina, 2007), Cementerio de elefantes (Ediciones Fósforo, 2013), Púrpura Nao (Editorial Grito Impreso, 2018), Menta (Editorial Ponciano Arriaga, 2019), libro con el que ganó el Premio 20 de Noviembre (2018).Su obra ha sido difundida en medios impresos y electrónicos. Ha sido becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes en la categoría de Creadores con Trayectoria y ha ganado varios premios, entre ellos, el Premio Manuel José Othón y el Salvador Gallardo Dávalos. Por el momento prepara cuatro libros de poesía y dos novelas.