El caso José Recek Saade

José Filadelfo García Gutiérrez

Arte: Mariana González

El olvido de un autor en la literatura mexicana posee dos rasgos que lo justifican: la denostación a partir del gusto excluyente o el franco y silencioso anonimato. El caso del poeta poblano José Recek Saade (1923-1970) se inscribe en el segundo. Miembro de la segunda generación de inmigrantes libaneses en Puebla, Recek Saade, hijo de agricultores y comerciantes, nació en la ciudad de Puebla y falleció de un infarto fulminante en la misma ciudad. A partir de 1944, en que abandona la carrera de medicina para estudiar literatura, y hasta su muerte, el poeta se dedicó por completo al ámbito literario y la difusión cultural en el estado, con un afán cuyo estoicismo se midió por su nivel de empresa solitaria, y de manera paralela a la generación cultural preeminente de la época, la Bohemia Poblana, la cual tuvo su mayor esplendor de producción en las décadas de 1950 a 1970, mismo período en que José Recek Saade y la Generación de Medio Siglo llevaron a cabo sus proyectos más preeminentes.

Recek fundó la Agrupación Literaria Ramón López Velarde y promovió el teatro clásico con el Teatro Popular (1958-1963), en un auditorio que actualmente lleva su nombre, así como el Teatro Experimental y de Vanguardia, que tuvo como foro primordial la casa del poeta, de 1963 hasta su muerte, y con el que difundió, como pionero, el Teatro Pánico en México, movimiento del entonces censurado Alejandro Jodorowsky. Dramaturgo, narrador, ensayista, la mayor parte de la obra de José Recek Saade ha permanecido inédita, y pudo sumirse en un anonimato inexpugnable de no haber sido por la dedicada y apasionada labor que su esposa, Mariana Matta de Recek, hizo de su obra. Una pieza de teatro, dos ensayos sobre el vino y el maíz y tres poemarios conforman, hasta ahora, la obra publicada póstumamente.

El caso de Recek Saade es peculiar, si no insólito, ya que responde a un autor cuya obra, inédita, obtuvo el reconocimiento de la crítica internacional, que lo integró en el panorama de la poesía mexicana de los años sesenta, junto a Octavio Paz, Rubén Bonifaz Nuño, Jaime Sabines y Eduardo Lizalde. Se trata de la revista catalana Azor, y del artículo “Una perspectiva de la actual poesía mejicana” publicado en 1966 (año de Poesía en movimiento), del transterrado Alfonso Simón Pelegrí. Otro referente que incorporó la obra de Recek Saade en el contexto poético y cultural de su tiempo fue el suplemento cultural de El Sol de Puebla en 1964. Ambas publicaciones implicaron los únicos trabajos críticos que recibió el autor poblano antes de su muerte. En vida, Recek, aficionado a la música flamenca y electrónica, publicó dos libros, ambos de poesía, que revelaron su filiación identitaria a la tradición hispanoárabe, resonancias sanguíneas de su origen mediterráneo: Manolete, el último califa. Romancero de la pena por Manuel Rodríguez Sánchez (1948) y Romances del tabladillo (1955).

Manolete, el último califa… fue publicado un año después de la muerte del cordobés, y son romances de elogio y lamentación por el torero. Por un lado, la relevancia de esta opera prima es que Recek, en un acto fundacional para la poesía mexicana, dedica una obra completa en homenaje a la tradición poética taurina implementada por Federico García Lorca en Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, como asunto central de una obra; ambos libros, elegía y celebración de unos diestros. Por otro lado, la condición migratoria de Recek le aportó los elementos suficientes para asumir en su persona una fusión cultural, árabe y mexicana, que tuvo una incidencia primordial en esta obra. Esta transculturalidad es un rasgo que atraviesa la obra recequiana, y en Manolete, el último califa es preeminente por el título de los apartados: nombra uno “Final”, no para indicar la culminación del poemario, sino para marcar un borde cultural, luego del cual agrega “Llanto desde mi patria”, donde la Virgen de Guadalupe llora también a Manolete. La identificación de Recek con la tradición hispanoárabe fue tal, que en el libro aparece el autor vestido a la usanza andaluza.

Romances del tabladillo es el último libro publicado por Recek, en 1955. La obra enuncia la música flamenca como una bitácora de la escenificación de esta tradición, donde el tablao, el cantaor (“La garganta es una yegua / donde es jinete el sentido”), el tocaor y la bailaora (“bajo la bata de cola / boca cerrada el tacón”) son asociados con elementos de la naturaleza. Con la brevedad de estos romances, Recek Saade ejecuta una segunda e innegable reverencia poética a Lorca, en esta ocasión, en Poema del cante jondo. Manolete, el último califa… y Romances del tabladillo se emplea, de manera inaugural en la poesía mexicana del siglo XX, las tradiciones flamenca, gitana y taurina como tema eje de una obra.

Mictlancuicatl fue escrito hacia 1952 y publicado en 1998. Es una inmersión, de diez cantos, en el trayecto que, para la tradición náhuatl, siguen los muertos hacia su morada final, el Mictlán. Inspirado en esta obra, el último muralista mexicano, Desiderio Hernández Xochitiotzin, elaboró las capitulares de los cantos y diez grabados que permanecieron en el archivo José Recek Saade más de cuarenta años, hasta la publicación del libro. La visión de Recek es la de quien se sumerge en primera persona y se identifica (el inmigrante libanés en México aprendió primero el náhuatl, antes que el español) con ese agotador y fascinante camino del difunto, para constituir, en poesía, la visión náhuatl como figura de pensamiento vigente en el siglo XX. Raúl Aceves, hacia 1991, se extrañó de que en la poesía mexicana del siglo XX no había una obra cuya «columna vertebral» haya sido la temática indigenista. Mictlancuicatl responde casi cuarenta años antes a esa reflexión y es, posiblemente, la primera obra poética escrita en la segunda mitad del siglo cuya perspectiva es primordialmente espiritual, ausente de cualquier elemento contemporáneo (el período en que fue escrito), y evidentemente apartada del indigenismo basado en una dimensión nostálgica o crítico-histórica, habitual, por ejemplo, en Rosario Castellanos o José Emilio Pacheco.

Bajo el ala del ángel, escrito también en la década de 1950 y publicado en el año 2000, es un conjunto de sonetos dedicados a la angustia, el amor, el diálogo interior y la búsqueda de la divinidad, además de una celebración a Bernardo de Balbuena, Horacio, Tibulo y Virgilio. El prólogo fue escrito por Pedro Ángel Palou padre y Martín Pérez Zenteno. Los apuntes místicos de esta obra adquieren, entre otros rasgos, una asombrosa coyuntura entre cristianismo y sufismo en “Sonetos del amor crucificado”: al ejercerse el encuentro nupcial de la voz del místico como figura masculina y la divinidad, Cristo, como figura femenina, actúa a contracorriente de la mística cristiana, donde el alma, femenina, se encuentra con una divinidad masculina: “Pero vuelvo a la paz del hondo frío / y de tálamo, nupcia y nidaje, / me dices abismada en un celaje / tras la vieja ventana del hastío”.

Meditaciones angustiosas por el hombre de casi 2000 años, libro de madurez del poeta, fue escrito en la década de 1960. Se publicó en 1983 y los poemas rompen con el molde clásico del romance y el soneto y se perfilan hacia el verso libre. En ellos el autor se asume un protector y salvador del otro (metonimia entre el poeta y Cristo, del título), en un acto ético que integra la angustia, el amor por Cristo y la mujer. La Guerra Fría (Vietnam), los avances tecnológicos (el viaje espacial, la guerra nuclear) y el destino del hombre en Meditaciones…, le dan relieve de originalidad a la poesía de protesta social de la época (por ejemplo, La espiga amotinada), al adquirir en manos de Recek una dimensión espiritual, como se ha dicho, sobre temas poco empleados en la poesía mexicana, como el viaje del hombre a la luna: “Y en este doble ser / resulta ser crueldad incalculable / no ser el astronauta / del íntimo universo de mi ser…”. Recek quien, según Ana María Alonso Amieva, se confesó crístico, integró en esta obra, no obstante, elementos de alquimia y hermética, azuzado por una búsqueda interior pretendidamente más amplia, aunque más oscura.

Traer del olvido a la conciencia una imagen, no sólo es recuperarla, sino ubicarla en el presente. En el caso de José Recek Saade esta recuperación consiste en una primera valoración, la merecida, que le permita a su obra obtener una mención, una nota al pie en la literatura mexicana del siglo XX.

José Filadelfo García (Ciudad de México, 1982). Poeta y ensayista con estudios en Comunicación, Literatura Mexicana del Siglo XX y una maestría en Literatura Hispanoamericana. Es autor del libro de poesía Lisonjas (Gutiérrez Editores, 2000), editor y co-autor de la antología de cuento y poesía Cantos y Enfermedades (Oso Hormiguero, 2002) y ha formado parte de varias antologías de poesía, entre las que destaca Pereza (Abigarrados, 2020). Sus textos se han publicado en revistas y periódicos como Oráculo. Revista de poesía, Círculo de poesía, El Financiero, La Jornada, Página Salmón, El coloquio de los perros, Tema y Variaciones de Literatura y Revista Fuentes Humanísticas. En 2017 recibió la Presea al Mérito en la Cultura José Recek Saade, debido a sus investigaciones en torno al poeta mexicano de ascendencia libanesa que lleva el nombre de dicho reconocimiento.