Fonavi

Susana Rozas

Arte: Paola Espinoza

“Ah, el azar. Nos resulte favorable o desfavorable,
siempre nos perturba como la voluntad
de un dios que nos tiene en sus cálculos.
Uno siente alguna incomodidad.”

Marco Denevi.

Se ofreció para cuidar el barrio durante las noches. Poseía una moto y un silbato. Daba rondas evitando los malos augurios. Cuando bajaba de la moto, Osvaldo parecía un seminarista culposo.

*

Fonseca, Mauricio.

Mauricio, con la indolencia de su edad, ha estado enamorado de su compañera de primaria. Desde siempre. No recuerda nada anterior. Tiene los rasgos desdibujados como una auténtica acuarela de su madre y de su abuelo, con quien vive. La convivencia nunca se tornó en algo pesado porque Mauricio Fonseca camina. Camina mucho cada mañana. Va hasta el Agudo Ávila. Toma un café frente a la Facultad; pide el diario y se entretiene en el crucigrama y el horóscopo. Un rito atávico. Rodea el edificio en una vuelta a la manzana. Vuelve caminando, sin mirar alrededor, recapacitando, descifrando el nudo de pensamientos repetitivos.

Almuerza con el abuelo, hablando cotidianamente de ambas pensiones. Siesta, café. Imagina, escuchando pasos en el ir y venir por las escaleras, sospechando vidas que veía. A la tarde, al supermercado más lejano. Excusa: los precios.

Trae el diario, relee y se queda con necrológicas o policiales.

Es su perfecto plan de vida; abstemio a todo. Se congració con él mismo la noche que encontró la palabra misoneísmo en el diccionario. El 26 de septiembre cumple 43 años.

*

Marga Nadal entrena desde muy temprano. Corre como rutina y elonga. Se ducha y sale para el trabajo, atiende en la mercería del Centro Comercial. Come con su madre al mediodía.

Vuelvo tarde —le dice.

—No estás nunca….

A la salida se encuentra con las amigas y se queda hasta entrada la noche. Cuando la madre ya se quedó dormida mirando algo en Netflix, regresa.

El celular en estos días es más que un apéndice, organiza el cumpleaños de Matías para dentro de una semana. Espera que eso la reconcilie. Había habido golpes mutuos (como en toda pareja).

*

Víctor vive en el monoblock de enfrente. En ese departamento de dos dormitorios que comparte con sus tres hermanos, él es el menor; también está su madre y el novio de ella, Martín. Arracimados y unidos.

El espacio irradia una música temprana y rápida que se extiende todo el día y un olor a cerveza a la par.

Tiene todo organizado para la madrugada, debe entregar el paquete con la droga al Pollo. Quedaron cerca, por precaución. Es un barrio de canas. Algunos son compinches. Todos, no. Pero él se siente seguro, si no, no se arriesgaría.

La tarde comenzaba a estrellarse, cuando la voz pálida de Gran Hermano anunció: Quedate en casa. Desde los televisores se derramaban insólitas expresiones, ¿nuevas?: barbijo, alcohol en gel, lavate las manos, no te toques la cara, no beses, no abraces, no compartas mates, confinamiento… Y continuó. Alelados, recorrieron los rostros cercanos.

Lo nuevo y sorprendente: cuarentena de 14 días. Cuidado con los viajeros.

Mediaba marzo en el mundo. En los monoblocks, esperaban el otoño.

Tres meses después…

Víctor despareció. Los familiares comenzaron una búsqueda incesante. Recién el 1º de agosto entregarían el cuerpo sin vida y lleno de golpes.

Lloraron con maldiciones y escupitajos. Su hermano mayor amenazó venganzas. La madre no lo sobrevivió y llamaron diabetes a esa flora envenenada que circulaba en su sangre.

*

Mauricio dividió el departamento porque consideró que la edad de su padre (76) entraba en la población de riesgo. Compró cantidades de alcohol en gel, le pasaba la comida por detrás de una cortina. Esta rutina novedosa, invasiva lo sacó de su letargo.

Caminó como antes; fue a la guardia de psiquiatría. El doctor Ramírez lo conoce desde la escuela secundaria. Le tendió unos antidepresivos.  Y algo para combatir el insomnio, ese habitante descarado.

*

Marga llegó a convivir un par de meses con Matías y lo que creyó iba a ser una amorosa estadía se tornó en una pesadilla de golpeador.

Las intervenciones de la madre fueron insuficientes. La policía no las oyó. Marga llegó al HECA en estado sumamente grave… Es agosto y sigue allí.

Gran Hermano aparece cada quince días… hay que seguir. Quedate en casa.

Nora había llegado sólo un par de años antes al monoblock 1…Acaba de recibirse de enfermera y hace algunos reemplazos o cubre francos. Osvaldo la encuentra al segundo día del confinamiento y la invita a tomar un té en casa…A los diez días deciden compartir el aislamiento. No salir. Él da clases por zoom. Una inesperada luna de miel.

Acatan «quedate en casa».

Para el 7 de agosto, piden por internet trabajo a San Cayetano. Todos.

Susana Rozas (Argentina, 1954). Escritora, ensayista, poeta y docente. Ha publicado los libros de poesía, Sin Prólogo (Suburbio, 1979), El lado débil (Suburbio, 1983), Las palabras no pronunciadas (Los Lanzallamas, 2000) y Hacer el olvido (Eloisa Cartonera, 2015), además de los ensayos Laberinto de Ficciones. Ensayo sobre la obra de Manuel Puig (En el aura del sauce, 2010) y El comienzo de la Llamarada. Ensayos sobre M. Puig, R Juarroz y J. Rulfo (Ediciones Españolas, Madrid, 2012).