Emilio Paz Panana

Cosmopolita
La muerte nos espera
como nos espera el viento.
Un quebradero de ideas
la niña que danza en el patio trasero.
La luna. El sol. Un animal deambulando
y el hombre que observa el paisaje.
Sonido que se repite constante.
Los páramos, la alegría, el desasosiego.
Las ñustas que bañan el cuerpo de la Yacumama,
todos somos de este mundo.
A nadie pertenecemos,
ni a nosotros.
Pero nos vemos en el espejo,
y somos sombras de un ayer.
La lluvia baña el miedo que nos acompaña,
la sonrisa se deshace como algodón sobre el agua.
Un pájaro cae muerto.
Los campos se transforman en simples desiertos
donde los muertos sobresalen
y todas las naciones lloran a sus cadáveres,
pero las naciones son fantasmas que beben cerveza
sin fecha de caducidad.
No hay problema ante la muerte.
No hay problema ante las naciones.
Solo hay problema ante nuestros rostros quebrados
que llevan consigo los años pesados
que guardamos silencio mientras disparaban a un niño.
Avenida Abancay
El 14 de noviembre
la Av. Abancay se tiñó de rojo.
Los perdigones acabaron con dos vidas,
pero no eran solo dos vidas
sino eran cientos, miles, millones de otros muertos
que jamás alcanzaron el cielo.
Dios andaba encerrado en una Biblia
y los gobernantes estaban escondidos en La Molina.
Los policías cumplen órdenes, igual que los militares
y todo aquel que se atreva a portar un arma.
En Perú somos un poco más de 30 millos de personas:
10 millones en Lima – quizá exagero – que se confunden
con los 10 millones de muertos que deben haber esparcidos
entre valles, ríos y cementerios profanados.
El 14 de noviembre
la Av. Abancay se tiñó de rojo
y estaremos llorando unos días más.
Quizá unos meses, pero llegado el 2021
estaremos buscando el mal menor
para votar en las elecciones.
Ahí habremos matado, doblemente, al pueblo muerto.
Alianza Lima
De La Victoria a la Gloria
de la Gloria a la desazón,
de la desazón a la compasión
de un eterno corazón.
Quien confunda una canción
con un simple himno de alcoba,
las sorpresas se acrecientan
en el campo verde de la guerra.
Los caminos se mezclan
entre defensa y delantera,
la volante se acomoda
mientras el arco se cierra.
Aquí está la pregunta,
si los Potrillos no murieran,
sería otra la historia
y no serían veinte años de pena.
Azul y blanco es la alegría,
posiblemente sea elemento de mitología,
pero es en la tienda de la esquina
de donde se hablan de leyendas.
Manguera Villanueva, el Mago Valdiviezo,
Koochoi Sarmiento, el Poeta de la Zurda,
el Nene que abraza la memoria
de Caíco caido en la gloria.
Hoy somos una alianza
de corazones que saltan.
Poesía es lo que se presente
en este altar de la riqueza.
Del pueblo, de sus entrañas,
estos hijos de la pobreza.
Porque para cerrar este poema
un gol se gesta.

Emilio Paz Panana. (Lima, 1990). Poeta, narrador y ensayista. Egresado de la carrera de educación, especialidad de Filosofía y Religión, por la Universidad Católica Sedes Sapientiae. Autor de Septiembre en el silencio (Club de Lectura Poética, 2016), La balada de los desterrados (Ángeles del Papel Editores, 2019) y Frutos del Tiferet (Abismos del Suroeste Ediciones, 2021) y otras publicaciones de poesía o ensayos académicos sobre la relación entre estética, educación y poesía. Obtuvo el IX Premio Internacional de Cuento y Poesía “El Parnaso del Nuevo Mundo” 2019 en la categoría de cuento, así como el Mes de las Letras 2017 por su poema “¿Qué es la poesía?” otorgado por la Fundación Marco Antonio Corcuera y escritos suyos han sido publicados en diversos medios impresos y electrónicos de varios países de Iberoamérica, siendo traducidos al inglés, al portugués y al tamil. Dirige actualmente el blog El Edén de la poesía y colabora en Liberoamerica.