Balada de un viajero interestelar (Poemas)

Roy Alfonso Vega Jácome

Arte: Jessica Guadalupe

Balada de un viajero interestelar
                 (una melodía)

                                    el universo resumido en un saxofón.
abriendo paredes internas hasta hace poco ignoradas.
es el sibilar de los astros en una alcoba de cera.
el viento reunido en tus notas musicales.
                              nadie me obligó a contemplar tu destierro.
huiste del mundo por voluntad propia,
lejos del éxtasis y los placeres terrenales.
una mano femenina fue lo único que llevaste a tu travesía.
                                                 viajero insondable,
aspirabas el polvo estelar que escondía las formas de un pentagrama.
a lo lejos / alucinaciones:
el amanecer es la hora perfecta para que resuciten los desquiciados.
                                       rítmica del alma y gotas de saliva.
quise convertirme, entonces, en un viajero como tú.
un cazador de satélites,
un observador de naves nodrizas.
lo repito: nadie colocó una espada en mi cuello.
fue un capricho del azar,
un impreciso golpe de dados y los licores que derramé cuando niño.
                a veces me agrada pensar que cuando la tierra se destruya
sólo quedarán nuestros ecos agitándose como arañas en el ojo mismo del caos:
la vastedad aterida oyendo cómo pequeños insectos
producen una pizca de luz, una elegía.
                         mi arte cojea, se retuerce, desmerece su nombre.
pero acudes en mi ayuda,
como esos microbios que arrebatan la visión de tanto cadáver
y plasma contaminante.
                                      estas palabras ya no son mías.
que otros contemplen mi destierro.
sin mano femenina que me acompañe.
el amanecer es la hora perfecta para que resuciten los desquiciados.

De Muestra de arte disecado (2016)


(Palabras del maestro)

así también puede suceder
que una y otra cara no te den las respuestas.
prueba entonces escribiendo las letras al revés:
será algo así como otorgarle
 una pequeña música a tu alma
.

«trato de recordar las melodías de mi infancia, cuando mi madre me sostenía en sus brazos y se convertía en una coraza de seda y diamantes.           
hay claroscuros en mi memoria, hondos pasajes con enredaderas y algo parecido a un rito a orillas de un lago. hubo claroscuros en mi vida.         
alguna vez conocí a una muchacha delgada y miope. ella me enseñó el calor de las grutas alejadas. allí realizamos breves simulacros de felicidad, tenues ejercicios de la carne, siempre con algo de temor.
pero pasó el tiempo y ella escapó al sur con sus padres. nunca más volví a saber de su cabello, de sus traumas, de sus gafas teñidas con el vapor primaveral.
desde aquel día han pasado años o siglos: aquí los relojes son como embudos
que no conducen a ninguna parte. fuera de mis recuerdos se halla la distorsión, la oblonga realidad de los barrotes y los cuartos oscuros.   
ahora tengo la leve certeza de que estas máscaras que me vigilan, poco a poco
me devolverán el reflejo de aquello que con torpeza he tratado de buscar.         
entonces volveré a sumergirme en el aroma rosado de mi madre, en el palpitante regazo de la joven que amé alguna vez, en el sabor de los peces diminutos.
son etapas del espíritu, manantiales oxidados, restos de una agonía que lentamente calla y sonríe».

De Etapas del espíritu / Runas grabadas en la piel (2017)


Máscara sin orificios

padezco en el diván las preguntas que rebotan desde el techo
cielorraso o meditación profunda
los vientos pardos gimen al virar sus engranajes
crepuscular memoria y tan desollada
amargos mares y tan trenzados al alba
jadeo de brebajes turbios
me incineran las directrices de la terapia ausente
pintura que se atasca en mis párpados
falsedad
laringe atravesada por cicatrices de neón
y la inhóspita ceguera
este fruto ya arremangado por el eclipse
este no poder contar las marcas que van dejando las cortinas
el juego del cántaro y la flama
el divertimento de los guerreros y los ofidios
cebar un círculo de arena con pesados minerales
dialogar con fichas lanzadas al aborto
palpo los espacios en blanco que me pueblan
y extraño las hogueras los acordes
capas en la profundidad del océano
capas en la orgía del pasto recién lavado
capas vigilando los cirros endurecidos
palpo las preguntas que han caído como el polen sobre las sábanas
y hallo cisuras edictos incomprensibles
vuelvo sobre mis pasos carentes de edad
nada es más hermoso que la ceguera recién lavada
nada es más terrible que la presencia de dos cuencos vacíos
vuelvo sobre mis pasos sobre mi tacto perdido
y una venda me imprime dos costras que conversan

De Rumores de un arpa retorciéndose en la hoguera (2014)

Roy Alfonso Vega Jácome (Perú, 1988). Bachiller en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Su poemario Rumores de un arpa retorciéndose en la hoguera (Dedo Crítico, 2014) obtuvo una mención honrosa en el VII Concurso Nacional de Poesía José Watanabe Varas (2011), de la Asociación Peruano-Japonesa. En el 2015, se hizo merecedor del Premio Copé de Plata en la XVIIBienal de Poesía de Petroperú por su poemario Muestra de arte disecado (Ediciones Copé, 2016) y en el 2017 su libro Etapas del espíritu / Runas grabadas en la piel (Trujillo, Cuadernos Trimestrales de Poesía) resultó ganador del X Concurso El Poeta Joven del Perú, mítico galardón que no se entregaba desde 1999