Tres días (Poemas)

Carolina Dávila

Arte: José Gabriel Hernández (Bucardo)

Tres días

Tres días
y
            
–en medio del estacionamiento–el cuerpo del pájarointacto

no lo transforma
el desierto     no la llanta
ni hay huella como herida abierta

En el lugar del que vengo
las moscas lo toman todo
fundan su imperio
de malaria y dengue
y la sangre llama la sangre

No distinguimos vida y podredumbre
por eso la risa y la canción en cada espacio
que era de la rabia o el duelo

Allá nunca un animal
alcanzaría a consumirse desde dentro
nunca el rencor como
músculo calcificado
como hueso que se atora

Acá, el pájaro
en su cama de plumas secas
sin reguero de sangre
sin la última seña
de su pálpito

Senga Nengudi

Mi cuerpo es gordo No no es gordo Es más bien flácido
Soy talla M a veces talla L No voy al gimnasio ni salgo a
trotar en las mañanas pero no por eso quiero la
invisibilidad Veo mi cuerpo en el espejo y está bien Soy
alta No tengo problemas alimenticios mis dientes están
sanos y las manchas de mi cara las acepto como acepto
completa mi edad Me corté el pelo Ahorro tiempo y
champú No he querido visitar a mi padre Me dirá que
parezco un hombre Que van a confundirme en la calle
Cuando lo que quisiera decirme es que parezco una
señora y estoy sola Me siento más atractiva ahora Sé
que la gente me mira Mi traje negro suelto mi pelo corto
El otro día revisé el interior de mis párpados me parece
que pierdo sangre que tengo anemia que estoy pálida
que no podría hacer contorsiones malabares
movimientos bruscos Me desmayaría Miro el interior de
mis párpados y creo que voy a morir En las noches me
siento cansada pero hermosa Ese sentimiento me obliga
a dormir sola a no querer compartirme con nadie Con
nadie El otro día en el metro un chico se quedó
mirándome se habría ido conmigo a casa si se lo hubiera
insinuado Ni siquiera le sonreí aunque estaba segura de
gustarle La gente dice que no he cambiado pero la gente
no me conoce Diez años atrás habría pensado que el
chico se burlaba de mí Hoy no quiero chicos Solo sus
miradas en el metro Solo saber que he llegado hasta
aquí Quiero mi traje negro mis pies descalzos Quiero
llegar al museo temprano cuando no haya casi nadie
Quiero bailar entre la arena Entender su forma sopesarla
y sopesarme Enredarme entre la licra y el nylon y saber
que nada va a romperse Que no caeré Quiero ser una
balanza poner un poco de mí a cada lado como si fuera
arena o un líquido transparentísimo Equilibrarme frente
a unas pocas miradas Quiero bailar Ser elástica eléctrica
extenderme y hacer sinapsis Tener una foto de mí
colgada en la pared más grande de mi casa Verme en
ella como una araña como una neurona como un tendido
eléctrico o la imagen del tránsito de una metrópoli en la
noche Que se junten los omoplatos en mi espalda
Anudarme Veo el interior de mis párpados blanquecino
Mis movimientos son ágiles pero mínimos una maroma
podría matarme Quiero ser luz esparcirme llenarlo todo
rebotar Quiero tener un alfiler una cinta adhesiva un
punto de fuga del que descolgarme cuando el público se
haya ido

Laña

Enero antes del aniquilamiento

Nada mantiene a salvo         de las complejas
alteraciones evolutivas        el cambio climático
               la destrucción del hábitat              o los desastres
naturales         Nada                Ni el largo pelaje del
invierno

El cuerpo de la última hembra
se encontró debajo de un árbol caído
La última
Capra Pyrenaica Pyrenaica

Sobreviviente de la caza irracional                           los
ataques de depredadores                la contaminación
              y la introducción de especies exóticas

Su lomo recibió el impacto La música
de los huesos sobre un vientre
desierto y el reposo de la piel sin tensar que
resguarda el vacío

Los hijos últimos e inexistentes: una callada
turbación

Madre
debe decir este poema o incluir
el dibujo hallado en una piedra
una línea recta desde la cueva hasta el claro

Vidrios        tubos de ensayo      el labio
herido de la ciencia o la instantánea de
sesenta y seis kilos de sustancia

Cabra de metal serías en el horóscopo
chino sin coraza suficiente para detener
el tronco         para negar el temblor

Pieza de metal serías
inmune al avisoramiento del desplome
sorda a la acústica que precede
al descubrimiento

la gravedad y su lastre

Carolina Dávila (Bogotá, 1982). Escritora y abogada feminista. Es Magister en Derechos Humanos y Democratización y tiene un MFA en Escritura Creativa. Fue editora de Rio Grande Review. Entre sus publicaciones se encuentran Como las Catedrales (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá 2011; Fundarte Caracas, 2014) libro con el que obtuvo Premio Nacional de Literatura del Ministerio de Cultura (2010), e Imagen (in)completa (Universidad Externado de Colombia, Bogotá 2018). Sus poemas han sido traducidos al inglés, árabe, italiano y portugués. Actualmente cursa un doctorado en Literatura en Nueva York y es editora del fanzine de poesía y ensayo La Trenza.