Luis Benitez

La vida entera
Ésta es la otra vida Aquella que paralela
A paso firme avanza con nosotros
Donde el perro que cruza la avenida
Indiferente al semáforo
Y al grito de los hombres buenos
No es sólo el perro que cruza la avenida
Es ésa que se insinúa en una sombra
Nunca en una certeza
No es la que aparece en las fotos de familia
Ni en momentos que honestamente podamos reconocer
Nunca hubo en ella más que nosotros mismos
Y sin embargo la recordamos llena de gente
Y contiene instantes como los del cine
O como este mismo donde uno lee
Y otro antes
¿O es después? escribe
A los más flojos les brinda algo del verdadero terror
(un souvenir del infinito)
Y a los fuertes una narcosis un vislumbrar
Otra forma de mirar por La Ventana
Más allá del marco también amanece, atardece y anochece
Su diminuta catástrofe puede ser un solo segundo
Y el siguiente eso que llaman devueltos y avergonzados epifanía
No tiene culpa de nada
Como todas las cosas
¿A quién se le ocurre completar con otra
Su propia su primera vida?
No decir lo inefable –calma, mi repetido muchacho-
Es apenas el fracaso de la mano del mono
Después de La Mirada.
Miramar
Décadas lleva bajo la prisión del agua
esta ciudad que naufragó sin moverse de su sitio,
reclusa para siempre en la semana
que duró la inundación. Hay días que no se marchan:
Apenas las puntas de los árboles momificados,
como dedos de muertos, sobresalen
de la marea perfecta del Atlántico,
única propietaria de sus calles;
debajo, para siempre debajo,
reflejo submarino de lo que era
cuando fue bajo el sol.
Donde los pájaros recorrían los tejados
hoy pejerreyes, carpas y salmones
atraviesan como flechas ese cielo líquido.
Invencibles potencias conspiraron
para este desastre añejo, alegría del entorno
que celebra su predio recuperado.
Lo que sucederá mañana es hoy
un hecho y la ciudad ahogada
en esa futura, catastrófica belleza,
apenas una muestra. Su lúgubre anticipo.
Mañana ayer es hoy
En qué otro espacio ciertamente
El peso terrestre de estas cosas que me rodean
Dibujan el día de hoy
por qué no pertenecen ya
Al ritmo sosegado de las horas
Cuando era tan amable y fácil seguir yaciendo aquí
En mi incómoda para ellas compañía
Una amenaza secreta son el plato de comida
El vaso la panera los cubiertos que son inofensivos remedos
De la espada y el tridente
Cosas que han querido caprichosamente volver atrás
Al punto del origen
Como si el pan fuese todavía la tierra negra de donde surgió la espiga
Y el vaso un vómito del volcán que trasformó en vidrio
La arena de la playa
Y la comida algo que huye mugiendo y pateando del verdugo en su rutina
En esta percepción que abre una puerta felizmente prohibida
Todo me dice que no puedo seguir sin cambiar al ritmo de sus
transformaciones
Pero que seré yo obediente a sus instrucciones
Servil a las imágenes a las que obliga este mediodía:
El mono que vuelve al árbol saltando hacia atrás
Y luego algo menudo que desaparece entre las piedras
Hasta ser polvo en una nube que recorre sin límite el vacío
Antes del tiempo y de las cosas y de esa palabra imposible
Que es mañana.

Luis Benítez (Argentina, 1956) Poeta, narrador y ensayista. Su obra consta de 36 libros publicados en varios países a ambos lados del Atlántico de habla inglesa, española, italiana y francesa. Su último poemario se titula The afternoon of the elephant and other poems (traducción de B. Allocati / George Franklin, Katakana Editores, Miami, EE.UU., 2020).