Destino del muntú (Poemas)

Ashanti Dinah

Arte: Kevin Sánchez

Destino del muntú

I.                                     A mi ventana se asoma agbeyamí, el pavo real, y me dice:

El destino está entretejido por la madeja del tiempo.
Estamos emparentados con los siete elementos:
           Cielo nuestro abrigo
            Aire nuestro pensamiento
            Agua nuestra sangre
             Fuego nuestra savia
             Tierra nuestra raíz
              Fauna nuestras venas
              Flora nuestros sueños.

Y no olvides, Dinah, que anudamos la voz del corazón a las constelaciones.

II.         A mi puerta toca akuaaró, la codorniz, y me dice:

Hacemos parte de una familia astrológica, vegetal, animal
                                                                                y humana
y estamos hermanados con los volcanes y las piedras…
Acompasamos nuestro aliento con la corriente de los
                                                                        pájaros y el viento.
Respiramos en cada poro del alma, lo que los árboles
                                                                                    exhalan;
entrelazamos su fuerza y su intuición
en continua ida y vuelta,
               en continúa llegada y partida,
                                            en continuo fluir recíproco.

Y no olvides, Dinah, que somos nudo forjado desde el inicio del círculo.

III. A mi cocina gorjea eyelé, la paloma, y me dice:

Y así como el útero cósmico,
llevamos dentro filamentos de órbitas planetarias
frecuencias de partículas y energías atómicas.
Somos continente y contenido.
Somos células, neuronas, hormonas,
somos alquimia, medicina y curación,
somos naturaleza infinita,
somos pasajeros del viaje, firmamento que camina…
Y la conciencia de nuestro cuerpo
está divido por el horizonte.
Expresamos el día y la noche,
la luna y el sol con su ciclo y reflejo.

Y no olvides, Dinah, nuestro origen es terrestre,
                                        pero nuestro destino es celestial.

Tataranietos del Muntú

                                              Tú me dirás, Ekobio:

¿Qué anida en el recinto de nuestra sangre?
¿Será un boomerang que retorna al sueño?
¿Una semilla sembrada en el útero de nuestras madres?
¿Quizá una herida reptando en la risa de los pájaros?
¿Serán sauces donde los nidos levantan un concierto al infinito?

                                           Dime, tú, Ekobio:

¿Por qué a los tataranietos del Muntú se nos embriagan las manos de tamboreros
invisibles?
¿Por qué se nos quiebra en el pulso un pregón?
¿De dónde nos surge este dialecto que hechiza la muerte?
¿Este clamor siempre claroscuro en la raíz del pasado?
¿De dónde desciende este soplo de palabras?

Iniciación

Iyaworaje

Traigo plegarias envueltas en mi turbante.
Hoy es un día de celebración
en mi cabildeo espiritual:

Yo imploré caminos fértiles,
y Eleggúa, mensajero de la encrucijada,
me pidió harina de maíz, yuca con mojo
                                           y dulce de guayaba.

Yo pedí vencimiento,
y Oggún, el artesano de la manigua,
se crispó de verde monte
y cubrió las nervaduras de mi piel.

Yo pedí salud,
y Ochosi, el cazador de la morada de barro,
conjuró las raíces en el amanecer del bosque.
Abrigó con plumas la hierba de mi ombligo.

Yo pedí sabiduría,
y Obatalá, soberano de las velas blancas,
descendió su semblante de lirio
sobre la comarca de mis pensamientos.

Yo pedí fuerza,
y Aggayú, guardián del fuego,
inundó como un volcán
la corteza de mis músculos.

Yo invoqué a la justicia,
y Shangó, silbato del trueno,
estremeció el aire con una hoguera
encabritada en su pecho.

Yo pedí bienestar,
y Yemayá, la Madre de los peces,
enjuagó las arterias de mi útero
entre los pliegues invisibles del mar.

Yo pedí armonía,
y Oshún, reina de las aguas dulces,
peinó mis angustias en sus espejos de vapor.
Talló mi vientre con su mantra fluvial.

Yo pedí transformación,
y Oyá-Yansá, hacedora de lluvias,
agitada por la danza de los astros
lanzó soplidos que rizaron el pelo del viento.

En armonía con el cielo saludo a mis Orishas.
Doy gracias a los tejedores de sueños
                            en el pájaro de la esperanza.

Final e inicio de mi palabra.

Ashanti Dinah (Barranquilla, 1980). Poeta, activista y militante afrocolombiana. Licenciada en Educación de la Universidad del Atlántico y Magíster en Literatura Hispanoamericana por el Instituto Caro y Cuervo. Ha sido distinguida con el Premio Benkos Biohó, 2016, en la categoría de Etnoeducación y el Reconocimiento “Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora”. Su poemas se han traducido al portugués, al inglés y al búlgaro. Ha publicado en numerosas revistas de Colombia e Hispanoamérica. Su poemario Las semillas del Muntú (2019) fue publicado por Escarabajo Editorial y Nueva York Poetry Press.