Charles Pouzols

Mooksm’ol de Potlach
A mis casi treinta años, mi mente riela sobre
el silencioso
rio.
A 100 o 200 km de Madriz
He caminado por el sendero que lleva a la vieja ermita,
he recordado los jugos y las drogas de la vida
entre mis venas
dibujando ciruelos en flor y dándome nuevas sandalias.
He visto los ardores de los mundos enfrentarse
y el deshacer de la gente en gotas de agua,
tantos destinos
y todos en una unidad.
Soy la inconsciencia eterna, y los vapores de lluvia entran en mis pulmones
una botella con vino y un cigarro viendo pasar lo que no existe.
—Papá, hemos pescado el tío y yo estas truchas.
—No hay peces en tu cesta.
—Fue hace tantos años.
He leído libros entre paredes oscuras, durante días
sin los zapatos puestos.
Estudié filosofía lejos de aprenderla.
Y hoy he venido para bañarme en el río.
El viento lucha contra las piedras del puente
el sol brilla y el rocío bañó el interior de las casas.
Más de mil lunas desgastaron el asfalto
y dejaron el sabor salvaje de la bondad.
Dibujaron la sonrisa de mi madre en las casas del pueblo.
—Esta noche he visto a los gatos maullar.
—La señora que les da de comer se olvidó.
—Su casa está en ruinas.
Subo por el camino, a la fuente de la santa.
la carretera interminable
deja ver el verdor crudo que firma la época de lluvias.
Los pétalos deshojan / piezas de ajedrez dentro de mí
un coyote / crucigrama de labios fértiles,
como higos espumosos.
Esta noche vagabundo de allí, mañana rodeado de botellas vacías
como una hormiga levantando los pesos de la duda / una cáscara de pipa extraviada.
Coyote hambriento de verdad / oso blanco y salmón de las laderas.
He llegado y deshecho los nudos de esta vida, atrás puedes seguirlo,
venir a sentarte conmigo.
En el bolsillo de mi camisa tengo otro cigarrillo
y el vino es para los dos.
Leamos juntos de nuestro paisaje el Lankavatara
huyamos del miedo / culpa / y tiempo.
Seamos lavanderos de nuestro rostro,
la fuente hoy rebosa agua.
Una pequeña flor nace al lateral y mira curiosa.
Es mi jardín, los pájaros siguen su camino
las cigüeñas se afincan en los campanarios
y de entre los rincones pequeñas liebres recorren mi jardín.
No es necesario hablar, llenar las nubes de palabras vacuas
—todo se dice con los ojos—
la palabra hija de tus ojos, una pequeña piedra-niebla
nos cegó alguna vez.
Pecador-santo
pecadores-santo
rotas lágrimas descuelgan por mi mejilla
un instante que todos tenemos
arena que se escurre, al sacar nuestros dedos del mar.
Hay perros cerca de la fuente, ladran y aúllan fieros
al horizonte invisible.
El vino se ha terminado, la botella está vacía.
Las últimas gotas para los muertos.
—Déjame tu navaja
—Aquí la tienes.
He dado de beber de nuestra fuente a los perros.
Se han unido a nosotros, han mirado a las nubes
Han encontrado el surco del sol.
Y ahora calienta sus barrigas.
Que pensamos ahora del hombre-reloj
y los cristales de su broma.
Los coches a nuestra espalda, levantando el polvo que nos besa los cabellos.
La risa de los inmortales, el graznido de los patos lejanos.
—eco en el corazón—
la risa del río, al que nunca se atrevió a escuchar.
Aquel joven comenzó a trabajar
perdió sus rosadas mejillas
tras años, al volver a su hogar.
Su familia no le reconocía.
Hoy me di cuenta, frente a las voces de la fuente
que he muerto.
Guarda este momento, escóndelo en el bolsillo de mi camisa
Es tan dulce el instante que siempre sucede y nunca encontramos.
La puesta de sol, nos avisa de que llega un nuevo día.
La cosecha del alma, se abona con la tierra.
El principio está en la semilla
y la fruta siempre alberga su principio.
Un recuerdo genético.
El cambio es la eternidad.
Ecuación de Drake, de Heroína fantaerótica
¿Cuántas civilizaciones en esta galaxia?No es sino la marca de tu ADN, derramándose sobre tus rodillas,
como una lágrima cayendo desde un transbordador espacial
Algo invisible, sin pensar en la aurora,
Tus ojos son como un planeta, no siguen una circunferencia exacta
/sangre perfecta/
El arco-iris de unos labios,
los ojos de los otros hombres son como los tuyos o los míos,
Una mariposa de luz roja sobre la puesta de Helio, cada vez más lejos
como una mancha de esperma en el espacio
absorbiendo el vacío.
¿por qué hemos dejado de rezar a Dios
para rezar a Gliese 581 d?

Charles Pouzols (Madrid, 1992). Poeta y guionista. Estudió filosofía y Literatura General y Comparada en la Universidad Complutense de Madrid. Ha colaborado en las antologías Renaissance: El nuevo ciclo de los mitos (Pulpture, 2016) e Y lo demás es silencio Vol.II (Chiado, 2019). Fue guionista del cortometraje llamado Todos tenemos Ítaca (2019) e integrante y fundador del colectivo Vitalismo (2016-2018). Actualmente coordina junto a Daniel Rabal Davidov y Diego Godián, el colectivo Disidencia Salvaje (2019). Espera publicar próximamente los poemarios Soy humano//niño salvaje y Potlach.