Diego Godián Lopez

Leve gris pureza de lo ido
Los Galgos se deslizan como la miel entre el viento
sus orejas escuchan la sangre llorar;
los galgos vienen y se van tan rápido, tan lejos, que el peso de sus vértebras
se diluye en el aire,
se acercan al sol con sus hocicos tristes
y ya no hay arterias
músculos
jadeos
tan solo páramos, desolación silenciosa.
A veces
entre sus patas
vemos
cómo se resbalan los trigos
las hierbas
muertas
bajo los terrones blandos,
ponen su cuello erguido para olfatear la mugre; vienen y se van así,
llegan y nos dejan solos
en este mundo de cañerías al descubierto
de hemoglobina ácida;
vienen y se van tan rápido y esperamos y esperamos, esperamos
mientras
mezclan sus huesos con las raíces de los olivos.
Mira los gorriones
están cantando encima de la casa de enfrente
sus picos tienen un aspecto rústico,
parecen la boca gris de las hormigoneras o el pavimento recién vomitado;
mira los pajaritos
cómo cantan encima de las verjas de nuestro porche,
sus pequeñas patas de azúcar están apoyadas
sobre
el hierro brillante
aun así siguen pareciendo una horda de retretes que rugen;
todo esto
bien podría ser una gran felonía: mira a ese muchacho
en medio de la acera
qué risas
qué estrépito en su aorta
al lado el calor de junio me acompañaba limpiamente,
le agarra del hombro la música
se te cosen a la tráquea 80 cuernos que arden;
mira los pajaritos
al igual que me dijiste
aquel día viernes
5 de junio del 2004; desenroscaré la tapita de hierro
que no te deja ver los desmadres de agosto,
miraré en el wasap
tu resurrección muda.

Diego Godián López (Toledo, 1999). Poeta. Actualmente estudia el grado de Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid. Concibe la construcción poética como la relación permanente, indisoluble y circular de ritmo, imagen e idea. Asimismo, rechaza el esencialismo poético, y por ello intenta ampliar su registro simbólico al margen de dicotomías superficiales como agradable/desagradable.