Melissa Janai Hernández

Doblez
Mi cuerpo se hizo arco,
espectro de pocas luces,
a tiempos era un sol
partido de horizonte
por la propia lengua.
Miré de vuelta el mundo
ombligo al cielo
manos ásperas y pies en punta,
el circo me vio estrella,
yo rechacé a todos.
Dejé atrás océanos,
quise componer la sinfonía
del nuevo mundo,
que no era nueva,
pero deseaba inventarla yo.
Mi cabello barría alfombras
mis costillas se abrían en flor
las luces cruzaban en geometría
mirada murciélago,
entendí que las voces
también se arquean
que se vuelven espada
rajan las tripas
y las dejan escurrir.
También quise volverme lago
romper el arco
al cielo regresar la cabeza
acercarme de rodillas
en llanto,
el clímax de mi viaje,
rendición de la sangre
entre la arena, las piedras
y la inmensidad del agua.
De los síntomas de las encías que sangran
Que no recuerdo haber dicho eso
no recuerdo haber puesto el café
y tampoco recuerdo
quién ha llamado esta mañana.
Todas las historias son nuevas
estoy en un nudo histórico antes de los griegos
antes de los egipcios y fenicios
y si es posible antes de los sumerios:
Los mitos originales
los lazos humanos
todo en un estado primigenio
lo eléctrico de lo inesperado.
Propongo vivir sin recuerdos
abandonemos la memoria
en una caja de cristal cortado
celebremos una vida en tiempo presente
el paraíso de los iluminados
el mago de oz en mi camino amarillo
la libertad
tormento y júbilo
en un viaje sólo ida
prohibido el retorno
se lee en mi frente
en mi mano derecha un pedazo de hongo
me lo dio una oruga en el sendero
en mi mano izquierda un poema de amor
vestigios de una larga enfermedad
envuelvo el poema con mi lengua
y me pongo a recitar el hongo.
Todo fluye en divinidad
las palabras de humo en el aire
se disuelven en miles de aromas
los ríos de mi garganta encuentran su cauce
avanzan con música de cuerdas
agudas más que graves
la voz se vuelve una melodía de miel
y ofrece conjuros de hierbas y otras setas.
Más de lo que sucedió aquella noche
ya no recuerdo
porque las memorias se van al cementerio
escogen una lápida y se lanzan a dormir.

Melissa Janai Hernández (Guadalajara, 1984). Su formación artística comenzó en el ballet clásico, disciplina que desarrolló por más de veinte años. Después incursionó en el arte dramático y en las letras. Ha colaborado con la revista Cream Magazine. En el campo poético, ha tenido como maestros a Ángel Ortuño, Laura Solórzano y Jorge Esquinca, entre otros.