Eduardo Paredes Ocampo

Aún posee
la aspereza
de su piel
o el revoloteo
la mía.
Fantasma vertebrado
que, desde los seis,
es huésped
de mis palmas
y que con sólo recordarte
brota.
Una mañana del 95
me enseñaste
a atrapar
lagartijas.
Una estatua remeda,
recomendaste,
y desde entonces
algo de mí
petrificado
en ese ayer que bauticé
tuyo
permaneció:
la mano alzada
-como queriendo
ceñirme del hombro
mañana-
para que a tu sombra
se acostumbre
el animal;
los dedos bien crispados
para un reptil
que sólo alrededores
de aristas
conoce
y con los que me digo
-al yo que la otra
ladera de convertirse
ocupa-
adiós.
Cuando salga
a acariciarse el callo
con el sol,
entonces hacia ella
salta,
aconsejaste,
y apriétala
con la insuficiente saña
para no asesinarla.
Tantos años después
del sacrificio de horas
que fue acorralarlas
sólo la persistencia
de su escape
queda:
una cola desprendida,
eternamente
latigándome
en la mano.
Eduardo Paredes Ocampo (Ciudad de México, 1989), estudió letras en la UNAM. Ha publicado sus poemas en diversas revistas nacionales como Marabunta, Página Salmón y también en revistas internacionales como ASH, y The Isis. Es editor de la revista literaria Romulus y actualmente estudia un doctorado en literatura en la Universidad de Oxford.