Jorge Ruiz Dueñas

Provisiones para el cuerpo
y la ración de luz
llegan como la malicia
desde el centro de nuestro corazón
Baja un jugo de malvas
por tu pecho
y ejercitas en él palabra y canto
porque cada estación tiene manjares
Luego
una sandalia en la arena
un siseo que nos envuelve
Sabemos
sí
de la desolación de dos mujeres
de sus alforjas con plata
Sabemos de caracolas
desprendidas con barreta
de insectos adobados sobre salsa de hoja santa
y sabemos del cobre
al abrirse paso en los ademes
mientras un vino del color del mundo
cae en el cuenco de tus manos
Sabemos del aliento misericordioso
que hace la marea de las ciudades
y sabemos tanto de lo no importante
“Hábleme usted seriamente”
me reclama el emigrante
para extender manojos de cilantro en los manteles
Luego
la cópula de las especies
en la tarde escarnecida
tiñe la mesa de sangre y la llena de sabores
“Traiga pan de muerto”
demando
“Por supuesto”
se escucha decir en el María Sabina
y vuelves tus ojos de bosque sobre mis heridas
y preguntas si tienen algo con el sabor de Dios
“Por supuesto”
te responden
“Por supuesto”
