Jorge Ruiz Dueñas

Para Lêdo Ivo
Los límites
el contorno
los bordes de la piel al escalar la fiebre
la ceniza
entre los miembros y su eje
El movimiento
cartílago nutriente
sube en la bruma del recuerdo
y la agilidad del párvulo o del simio
es emoción para el trapecio
Pero la incertidumbre y la vida
determinan el visado
Aquel mozo que ansiaba el periplo asido al mástil
no permuta más poemas
ni recorre senderos cubiertos de hojarasca
Entonces
una alfombra sembrada de castañas
el esplendor arbóreo
y en el fondo de sus brazos el azoro
Entonces
el tiempo era futuro
con el mensaje de los mancos y los ciegos
o las llagas del crucificado
y la astilla del hueso
y el trance de mi sacrificio
Antes
en el camino al universo de las gasas
más allá del urinal
y los vapores de amoniaco
la certeza de lo impuro abrió su pasmo
las cofias y las batas
el cuerpo colmado de platino
la miseria personal tan abrumante
sin alivio ni resurrección
Mas
en el cuarto
donde el paso de las nubes
sólo era receptivo a la desdicha
los órganos se entrenaban para consultar a los augures
medir los fluidos
sopesar los alimentos
y navegar con la palabra
Después
hablé de las cartas amorosas de un profeta
al amparo de custodios
Del vagar untuoso de los cuerpos
De callejones eternos
y cadáveres al sol
No era el caso de esperar en los túneles
donde la turba gritaba camino de batallas dominicales
Tampoco de curar la herida del caído
o reprimir la violencia derramada
si la marea ocultaba a los sicarios
En aquel tiempo el agua cortaba los puentes
y veía el ciervo del parque
por entornadas ventanas donde moraron los poetas
En aquel tiempo ascendí a la Torre
por párrafos descritos
como no la vieron invasores
y la cerveza podrida corría en las catedrales
al dejar a su suerte una postal del mundo
Los edificios decrépitos
los domos con verdín
apenas otra pradera para cuervos
habituados a colgar sus excrementos
en las lianas del voltaje
Después volvía
Sí
al jardín de tulipanes
donde la perfección impedía ver los pederastas
en su labor sobre la vulva de las niñas
y los perros corrían liberados de correa
y las madres leían revistas cuidando las carriolas
alejadas del canto de los agentes de bolsa

Jorge Ruiz Dueñas (Guadalajara, 1946). Poeta y narrador. Estudió Derecho y Administración (como maestría) en la UNAM. También hizo estudios de posgrado en Oxford, Inglaterra. Ha sido secretario general de la UAM, gerente del FCE, y director de Tierra adentro (nueva época), del IMER y del Archivo General de la Nación. Entre sus obras destacan Tierra final (FEM, 1980), por la que recibió el Premio Nacional de Poesía Manuel Torre Iglesias; Habitaré tu nombre (Aldus, 1997) y Saravá (Ediciones Sin Nombre/Juan Pablos Editor, 1997), obras por las que recibió el Premio Xavier Villaurrutia. En octubre de 2019 ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua, pasando a ocupar la silla XIII.