María del Rosario Leyva

El augurio fue la flor
Requerí una docena de bolsas de té de canela
para sosegar el ansía de la negación
sentí asco, pero no alteró
el rumbo porque estoy acostumbrada a eso.
Pensé en el último y único obsequio: una Lili
un augurio de partida, eso me dijo
el pétalo color de otoño despidiendo el verano
que se desplomó en el piso de madera desgastada
alimentando al insaciable tiempo.
Comenzó a diseminarse el polen
por la habitación sin puertas, ni closets,
esta vez no había lugar para esconderme,
se cubrió mi sombra, el sonido, y
compartí el silencio con extraños.
Las polillas partieron a casas con luz,
las arañas destejieron sueños.
Fecundó la ausencia en el hogar, en mi alma
y la carencia se hizo inagotable.
Recuerdo, hubo un tiempo en que supimos
partir el pan y repartirlo, ahora
ni migajas quedan.
Te fuiste, desde no sé cuándo, no sé
cuantos siglos hace, porque estabas
pero sólo disimulabas tu ausencia.
Partías, tú sabes a dónde decías
pero nunca lo supe.
II
Ya no volviste, partiste, taladraste
dejándome una cueva en el pecho
ya no hay coherencia en mí, no soy
piel, soy azar a la deriva.
Me repito que la ilusión y mi fe
borrarán cualquier evidencia tuya
te desalojaré de aquí, del universo.
Lo digo ahora que estoy más cargada
que una bomba a punto de estallar.
Mañana quizás el florero esté vacío
y quede sólo la luz penetrando la transparencia.

María del Rosario Leyva Duarte (Ciudad de México, 1992). Es socióloga por la UNAM; para ella el ejercicio poético es una herramienta para general diálogo entre imagen, belleza y lenguaje, para así encontrar respuestas frente a la cotidianidad que le acontece. Su trabajo se desenvuelve en la poesía y la elaboración de collage, y ha sido presentado en revistas de la UNAM, COLMEX y algunas galerías independientes.